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El clarín de la Paz.

En los inicios de 1950, residía en La Paz el médico e investigador cultural Manuel Zapata Olivella y disfrutaba de la música de acordeón que interpretaban los López, Zequeira y Gutiérrez, y se sentía atraído por el canto del joven tenor Dagoberto López Mieles, y no dudó en llamarlo “El clarín d La Paz”.

Desde muy niño Dagoberto fue un enamorado de la música de la provincia y en sus años juveniles ya se distinguía cantando los versos de Lorenzo Morales y de Emiliano Zuleta. En el colegio Loperena se conoce con el estudiante Rafael Escalona y en los centros literarios se convierten en el primer intérprete de las canciones del joven Escalona. Luego se volverían encontrar en las aulas del Liceo Celedón de Santa Marta; él se gradúa de bachiller y Escalona regresa a Valledupar antes del tiempo previsto.

El canto de Dagoberto fue siempre reconocido en reuniones y parrandas. Una de esas parrandas memorables fue la de diciembre de 1949, en la finca ‘Olimpos’ de propiedad de Gabriel Zequeira, que organizó Manuel Zapata Olivella en homenaje a su invitado especial, el joven escritor Gabriel García Márquez, quien por primera vez visitaba la provincia de Valledupar. Acompañado del acordeón de Juan López, Dagoberto cantó casi en toda la parranda canciones de Rafael Escalona, y en más de una canción García Márquez pedía que le cantara ‘El hambre del Liceo’ y ‘El perro de Pavajeau’. Escalona no estuvo en la parranda, ni tampoco se conocía con García Márquez. Zapata Olivella fue el puente para el encuentro de estos dos personajes universales de la cultura vallenata, que tuvo lugar el 20 de marzo de 1950 en el ‘café Roma’ de Barranquilla (que lo describe Consuelo Araujo en su libro, ‘Escalona: el hombre y el mito’).

En 1952 el médico Zapata Olivella organiza una gira folclórica con grupos de representativos de la costa Caribe por el interior del país, y se lleva entre otros a los acordeoneros Juan López y Juan Manuel Muegues, al decimero Antonio Morales y como cantante al “Clarín de La Paz”.

Dagoberto en el 1960 se traslada con su esposa Elodia Araujo a Santa Marta a trabajar en la Caja de Previsión Nacional, ahí permanece alrededor de 25 años hasta alcanzar la edad de pensión. Su casa es una especie de embajada vallenata, no faltaban las parrandas con los Hermanos Zuleta, los López, su primo Alfredo Gutiérrez, Abel Antonio Villa, Luis Enrique Martínez, ‘Colacho’ Mendoza, Ismael Rudas, ‘Toño’ Salas y Leandro Díaz (quien en su honor compone el merengue ‘La parrandita’ grabada por Jorge Oñate y Raúl ‘El chiche’ Martínez). A su casa siempre llegaba un niño samario que se embelesaba al escuchar los cantos vallenatos, y en especial cuando cantaba Leandro Díaz, ese niño era Carlos Vives.

En Santa Marta atado a la nostalgia de su tierra, fecundiza su capacidad por el canto musical. Los conjuntos de Ismael Rudas, Los Zuleta y Alfredo Gutiérrez le graban algunas de sus canciones, y entre todavía se escuchan: ‘El Borracho’, ‘Costumbres perdidas’ ‘Mis hijos y mis canciones’ ‘Tierra mojada’ ‘La vida es así’. Otro de sus aportes al folclor vallenato es el ser padre del acordeonero Navín López, rey vallenato.

Jose_Atuesta_Mindiola: