La violencia que vive Valledupar por cuenta del ‘Clan del Golfo’ es desmedida, tiene concentrado el negocio de sicariato, oficinas de cobro, extorsión, limpieza social, ‘paga diarios’, robo de carros y todos los negocios derivados de la criminalidad. Pero, hagamos memoria, todo empezó luego de la captura de Elkin Javier López, alias ‘La Silla’ y la muerte de Saúl Muegues en el barrio Arizona, reconocidos narcosicarios quienes desde el 2013 llegaron a operar la criminalidad de la región, con la complacencia de cantantes vallenatos y un sector de la sociedad vallenata que, por el derroche de dinero, los adulaban; al salir estos personajes de la escena, en 2018, el ‘Clan del Golfo’, con el frente Nelson Darío Hurtado Simanca, alias ‘Marihuano’, capturado y extraditado, mano derecha de alias ‘Otoniel’, se toma el Cesar, La Guajira y Magdalena, donde se han enfrentado a sangre y fuego con Los Pachencas. En Valledupar, opera el subfrente Francisco Moreno Peñate, que inició comandado por Edgar Ariel Córdoba, alias ‘La Segueta’, actualmente capturado y detenido en La Picota, pero quien sigue dirigiendo los alfiles de la franquicia, y hoy manejan las actividades, especialmente el microtráfico, ‘paga diario’, servicio sicarial y, además, reciben la droga que sale del Catatumbo. Pero, ¿cómo funcionan? Penetran negocios, a las buenas o a las malas, como estancos, barberías, billares, tiendas, talleres, ferreterías y crean una red bien articulada para vender la droga, contratan jóvenes en barrios vulnerables, con sueldos promedio de un millón y medio de pesos, quienes ofician como repartidores, campaneros, cobradores ‘gota a gota’, con respaldo del clan para sus actividades adicionales de robo a casas y raponeo; de encime, les dan droga para el consumo.
También tienen el servicio de limpieza social que le prestan a ganaderos para enfrentar el abigeato, así mataron a un carnicero en el barrio La Victoria, Lucho Martinez; dos hermanos en La Junta y otros dos en San Diego; preocupa porque se está reciclando un paramilitarismo sin cabeza visible, como eran antes ‘40’ y ‘39’, mucho más difícil de detectar. Valledupar está dividida en Zona Norte, con un centro de acopio en la invasión Singapur que se ha convertido en la olla más peligrosa de la ciudad, arriba de La Nevada, ahí la policía capturó a 15 integrantes de esa estructura en el 2022, pero poco a poco han ido quedando libres y siguen delinquiendo como si nada; también está el Bloque Occidente, comandado por alias ‘El Yeye’ y ‘El Dólar’ reconocidos sicarios que intimidan el sector de Villa Tairona y Los Guasimales; y Bloque Centro, en la margen derecha del río, la famosa ‘Macarena’ donde operan los hermanos Yoya, temibles delincuentes, también hacen presencia en ‘el Boliche’ y barrio El Carmen, donde reciben todo el producido de lo robado, especialmente celulares, joyas y venden la droga, además de vehículos que son deshuesados en La Guajira. Este sistema también tiene sumido en un baño de sangre a Barranquilla, donde las autoridades están cada día más acorraladas por las masacres y la extorsión; Valledupar no ha llegado a esos extremos de masacres, pero va a terminar en las mismas si no se toman medidas drásticas. Hoy los niveles de violencia son muy altos, 149 homicidios en 2022 demuestran que vamos en una impresionante escalada.
Mientras tanto las autoridades siguen desgastándose en inocuos consejos de seguridad; pasándose la pelota de uno a otro, el alcalde Mello Castro no ejerce autoridad y se la pasa a la policía, la policía se la pasa a la gobernación, la gobernación se la envía al Gobierno nacional y mientras tanto, cada día uno o dos muertos aparecen y nadie sabe nada. Es con inteligencia y trabajo de investigación para lograr resultados. Los candidatos a la alcaldía tampoco proponen nada serio para acabar con este problema, tienen miedo de hablar; la solución no es trasladar ‘la Tramacúa’, ni tampoco una sede para la Policía Metropolitana, esto es persiguiendo a los cabecillas y estudiando cómo operan para capturarlos, porque lo que sí es real, es que el ‘Clan del Golfo’ llegó para quedarse y tiene intimidada a toda la ciudad.
Por: JACOBO SOLANO C.*