En La Guajira se ha enquistado una cultura violenta que supera cualquier límite, guerras entre clanes y solución de conflictos de la manera más primaria que existe, matando; una forma de vida que ha servido de inspiración para la realización de guiones de películas y documentales. Pero desde la época de la marimba, la región fue penetrada por negocios ilícitos y evolucionó con la economía y la sociedad, una muestra de ello es el clan Daza, originario de San Juan del Cesar; una banda familiar, quienes iniciaron con el robo de carros y atracos en las vías del pueblo, que luego se trasladaron a Barranquilla donde crearon un imperio criminal, por más de 25 años manejaron narcotráfico, extorsión, sicariato, oficina de cobros y todo lo que produce la renta ilegal.
Como era previsible, perfeccionarían sus hábitos y lograron un sofisticado y complejo negocio, propiciando también guerras entre bandas criminales que han bañado de sangre a Barranquilla, donde han ido cayendo uno a uno, todos asesinados en Barranquilla. El jefe era Gaby Daza, que empezó como el sicario preferido de Alberto Orlández Gamboa, alias ‘Caracol’, jefe del Cartel de la Costa, después de la extradición del Mono Abello en 1989. Gaby Daza, fue acribillado el 2 de junio de 2011 en la calle 82 con carrera 49C. Pero antes, del mismo clan, habían caído: Luis Eduardo Daza Amaya, en el 2003; luego, Roberto Daza Mejía, hermano de Gaby, en el barrio El Recreo, en el 2005; años después, en el 2011, en la 82B con 75B, también fue asesinado, Víctor Daza Mejía, otro hermano de Gaby.
Pero la racha de muertes no paró ahí, en el 2014, cayeron Giany Luis Daza y Néfer Barros Daza, sobrinos de Gaby y herederos del poder del clan. En el 2015, el turno fue para Tomás ‘Chito’ Daza, asesinado en Sabanalarga. Luego, asumieron el mando los Vega Daza, quienes mantuvieron enfrentamientos con los Curicheros, conocida banda de Marcos Figueroa, alias ‘Marquitos’, en esta guerra por el poder a sangre y fuego, perpetraron el atentado sicarial contra Alias “Toyo” Curiche, en el Centro Comercial 93, al norte de la ciudad. Pero los Curicheros respondieron a este ataque, en el 2018, con un atentado contra Ronald y Roberto Carlos Vega Daza, en un parque en Altos de Riomar, pero ambos quedaron solo heridos.
Los Vega Daza fueron adquiriendo un poder descomunal, traqueteaban en La Guajira, extorsionaban buses y estaciones de gasolina, secuestraban empresarios, tenían red de ‘paga diarios’ y todo tipo de actividades ilícitas e hicieron alianza con Digno Palomino, otro peligroso delincuente, que a su vez estaban en guerra con Castor, otro delincuente peligroso; también asesinaron a Libardo Parra otro narcotraficante que regresó de purgar una condena en EE. UU.
En fin, forjaron una empresa del crimen a gran escala, en complicidad con las autoridades que preferían mirar para otro lado. Sin embargo, la semana anterior terminó la historia de los Vega Daza, en un cinematográfico atentado contra los últimos integrantes del clan, el jefe Rafael ‘Kike’ Vega Cuello y sus hijos Ronald Iván, Ray (muertos) y Roberto Vega (herido). Este final se originó después de la macabra narcofiesta de Puerto Colombia, donde resultó muerto Jhonatan Ospino, integrante del cartel del narco venezolano Walid Makled; los Ospino juraron venganza y organizaron un pool con varios mafiosos, cansados de los Vega Daza, reunieron más de 5.000 millones de pesos, el objetivo era asesinar a los 4 miembros de la familia, no podían dejar a ninguno vivo y fue así, como después de idear varias alternativas, decidieron contratar mercenarios para asaltarlos en la casa y tomarlos así por sorpresa.
La operación para llevar a cabo el plan, fue milimétricamente calculada, compraron a la policía del sector y con drones vigilaron la casa por más de un mes; el día del ataque, en un centro comercial contiguo, rompieron un techo, e ingresaron, con armas largas, por el patio a la residencia de los Vega Daza. Fue un atentado que estremeció a Barranquilla, donde se comenta que los rivales celebraron con fuegos artificiales, por fin habían dado el gran golpe. Lo que sí queda claro, para todos los que piensan seguir por esta senda delictiva, es que el crimen no paga y siempre pasa factura, toda una familia acabada detrás de nada, doloroso por donde se le mire. @JACOBOSOLANOC
Por: JACOBO SOLANO C.