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El Cesar y la crisis del sector agropecuario

El sector agropecuario de Colombia viene en una situación crítica desde hace varios años, por diversos factores que se sobreponen uno tras otro de una manera desordenada que hace difícil determinar cuales son las causas y cuales los efectos de la endemia.
En efecto, durante mucho tiempo se señaló a la inseguridad como la causa principal de todos los males del sector agropecuario, y se afirmaba, no sin algo de razón, que superado los problemas de violencia la crisis del sector se solucionaría de manera rápida y sin contratiempos.
La realidad ha demostrado que el problema era mucho más complejo y tenía que ver, no sólo con el tema de la seguridad, sino con aspectos trascendentales de las políticas macroeconómicas y sectoriales, que muchas veces se han proyectado de espaldas al sector o a contrapelo del mismo. Y es que sobre la agricultura y la ganadería influyen muchos temas, desde los impuestos, como el de renta y el predial, por ejemplo, pasando por la tasa de interés y el tema de vías y de logística de comercialización de la producción del mismo, entre otros.
El duro invierno que vivió el país en el segundo semestre del año pasado, que se pegaría a la ola invernal del presente año, lo que ha hecho es resaltar, aún más, la fragilidad del sector en temas como la alimentación del ganado, la falta de vías y de infraestructura al interior de las mismas fincas, entre otros cuellos de botella.
El Presidente Santos ha dado señales en el sentido de buscar, de verdad, una recuperación de este importante sector de la economía. La primera de ellas fue nombrar al frente de esa cartera a una persona de la talla de Juan Camilo Restrepo Salazar, abogado especialista en temas económicos, quien fue Ministro de Hacienda, durante el gobierno de Pastrana, y de Minas y Energía, en el Gobierno de César Gaviria Trujillo. Nada menos.
El segundo mensaje lo dio también el Presidente Santos cuando dijo que el sector agropecuario sería una de las locomotoras, o sectores líderes de su gobierno, como debe quedar establecido en el Plan de Desarrollo “Prosperidad para todos”.
Y el tercer mensaje lo dio el Ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverri, cuando anunció, a los pocos días de posesionado que se reasignarían $400 mil millones de pesos para el sector, a finales del año pasado. Adicionalmente, el ministro Restrepo Salazar ha dicho que no permitirá una reducción en los recursos públicos para el sector.
Pero la recuperación del sector, reiteramos, no depende solo de la voluntad del ministro del ramo, sino que requiere del compromiso serio de su colega de Hacienda, y de la Junta Directiva del Banco de la República, que maneja políticas claves para el sector como la tasa de interés, que depende de la política monetaria y la cotización de la tasa de cambio, que depende de la política cambiaria, también a discreción del Banco.
Somos unos convencidos de que la lucha contra la pobreza y la marginalidad, la recuperación del empleo en el sector rural, que está llamado a garantizar la seguridad alimentaria del país y a generar puestos de trabajo y millones de dólares por concepto de exportaciones, pasa por un cambio radical en la política para el sector a la usanza de la aplicada por Chile, Brasil o Perú. En estos países, la alianza sector público- sector privado, con una visión de mediano y largo plazo, articulando crédito suficiente y oportuno, inversión en vías, en investigación, mercadeo y logística, entre otros aspectos.
Y el sector agropecuario del Cesar, al igual que del resto del país, también afronta una situación crítica, calamitosa podríamos decir; ya que aquí, además de los problemas del resto del país se adiciona el del clima, la falta de agua, que se constituye en un problema insalvable, en el corto plazo, para nuestros agricultores y ganaderos.
Hablar de la muerte de más de ciento cuarenta mil reses, sumando el verano inclemente y el crudo invierno, es una cifra alarmante que debería llamar la atención urgente del gobierno nacional y todo su equipo económico. El desarrollo del Cesar pasa por la recuperación del sector agropecuario y por la puesta en marcha de unas políticas nacionales, con unos instrumentos que lleguen y se sientan en las regiones. No bastan los anuncios, como hasta ahora ha sucedido: nuestros ganaderos y agricultores necesitan una ayuda urgente, concreta y efectiva, de emergencia, que quizás no pueda esperar la anhelada recuperación de la que habla el gobierno nacional.

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