Ahora que habrá elecciones, es necesario que la gente sepa cómo andamos entre pares territoriales. Hay que decirlo, pese a su cacareada minería, el Cesar es un desastre social y económico, así lo muestran sus indicadores, los únicos que miden los actos de gobierno. No es mirando los parques ni escuchando la publicidad oficial, ni yendo a convites que los gobiernos hacen para embriagar a la ciudadanía.
La semana pasada, el Centro de Pensamiento CESORE publicó, por este medio, algunas cifras que podrían ser la carátula de nuestra situación como departamento pero por dentro hay mucho más que ver. En cualquier sociedad, la primera infancia (0 – 4 años) es vital para construir país. Entre 2012 y 2018, en el país, la tasa de mortalidad de la primera infancia bajó 3.6 puntos porcentuales, a una tasa promedia anual de 2.8%; la gráfica de CESORE muestra que existe una tendencia sostenida lo que podría indicar que hay políticas públicas para lograrlo.
En cambio, el Cesar no tiene ese gradiente de mejoramiento sino periodos de ascenso y de descenso bruscos; esto nos dice que este importante sector poblacional no es tenido en cuenta a la hora de planificar. ¿Para qué planificar?, dijo un exgobernador y hoy aspirante. Por esa concepción, hoy el Cesar tiene la cuarta más alta tasa de mortalidad del país en esta cohorte, 30.7 muertes por cada 100 mil niños nacidos vivos; solo Chocó, La Guajira, Amazonas y Guainía, nos tapan la deshonra.
Acorde con SISPRO, Minsalud, (205-2018) en mortalidad infantil (niños menores de 1 año), se repite esta escena dantesca. En este intervalo de 13 años solo mejoramos 3.4 puntos al pasar de 22.6 a 19.2 por mil nacidos vivos, a una tasa promedia anual de 1.47%; en 2005 tuvimos la 15ª más alta TMI y en 2018 fue la 16ª más alta entre todos los departamentos, por encima de la media nacional que fue de 16.8.
Respecto a la muerte de niños por efecto de desnutrición, no se ha hecho nada importante en el Cesar. Esta sí es una vergüenza: en 2013, murieron 4.11% de los niños menores de 5 años mientras que en 2018 fallecieron 11.76%, la 4ª tasa más alta del país, que de suyo tiene también una tasa ascendente. ¿Y, qué hacen nuestras niñas de 10 a 14 años? Muchas se están embarazando, fortaleciendo la trampa de la pobreza; el Cesar tiene el ranking 23 entre 32 entes con esa tasa específica de fecundidad. Entre 10 y 19 años tenemos la 2ª tasa más alta TEF del país.
Nuestra tasa de mortalidad materna es creciente, 2.67% anual entre 2005 y 2015, la 16° más alta en este último año. En el mismo periodo, pese al boom minero, registramos el 8° peor crecimiento per cápita (Dane). En igual periodo registramos la mayor variación en la tasa de desempleo, 4.5%, al pasar de 6.7 a 11.2%, cuando casi todos bajaron este indicador. Nuestro analfabetismo del 8%, es el 8° más alto del país; en las pruebas de Estado damos cuentas del bajo nivel académico de nuestros bachilleres. Solo Valledupar tiene agua potable. Nuestras vías terciarias son desastrosas: 94% de 2.300 Km están en mal estado.
Todo este panorama sombrío ocurre después de recibir recursos ingentes de regalías y del SGP. Del SGP, hemos recibido $2.7 billones desde 2010 y en regalías $2.5 billones desde 2012. Nuestros indicadores son sub saharianos. Salvemos al Cesar votando bien.