El departamento del Cesar ha sido gobernado por los mismos hace mas de 12 años, y aunque han sido periodos en fracciones de 4 años, nunca se ha tenido la visión de proyectos de desarrollo a largo plazo. Si miramos, hacia nuestro vecino, la ciudad de Barranquilla, sus dirigentes han proyectado una ciudad del futuro, volviéndose una metropolis repotenciada, evidenciando que sí hay una estructura administrativa y política, pensada en el largo plazo.
En cambio, en el Cesar las administraciones se han enfrascado en desarrollar proyectos cortoplacistas, que parece, que su finalidad fuera solo exhibir resultados en los 4 años de gobierno y así mantener su popularidad.
No obstante, los proyectos desarrollados hasta el momento no hacen parte de un mega proyecto que favorezca el desarrollo del departamento; son proyectos aislados y de poco impacto, indicando así que las intenciones de la administración no están alineadas hacia una transformación real del territorio.
De aquí resultan varias preguntas: ¿El departamento tiene un plan de futuro real, aterrizado y presupuestado que han venido ejecutando año a año y administración tras administración? La respuesta es no. Hoy no tenemos idea de cómo será el Cesar en el 2040, qué pasará con el Cesar después del carbón, ni siquiera tenemos claro ni se viene trabajando en cuál será la base economica del departamento una vez nuestro mineral insignia salga del mercado, pues tenemos cero crecimiento industrial, no generamos valor agregado de nada.
Lo peor del tema es que tenemos un departamento con zonas rurales inseguras, que no brinda garantías para la inversión, poca infraestructura que apalanque el desarrollo; es un departamento poco atractivo para hacer empresa, para hacer industria, y esto sí que es responsabilidad 100% del gobierno departamental, no por falta de dinero, sino por falta de estrategia, planeación, conocimiento y sobre todo falta de visión. Esta última por tener personal poco calificado que solo cumplen un rol político y no velan por el futuro del departamento.
Esto es un llamado a que el departamento sea repensado, se transforme así como el mundo también lo hace, no podemos seguir pensando igual que hace 30 años, hoy el mundo cambia cada 4 a 5 años.
Por Amat David Zuluaga