Este departamento carece de dirigentes, su clase política no está preparada para el desarrollo, sus ambiciones son solo electorales, ámbito desde el cual se pega al tesoro nacional; vive de las apariencias y construcción de obras, muchas veces innecesarias y elefantiásicas. Los gobernantes locales y regionales elegidos no han podido diseñar políticas socioeconómicas que le den vida propia a la región, viven de lo ocasional, no del sector real de la economía, ese que genera empleo y crecimiento: tenemos una economía subterránea que se visibiliza en las propiedades fastuosas no justificables en el emprendimiento de sus propietarios.
Esta dirigencia no tiene compromisos con su región, solo piensa en su futuro político que está en la contratación pública y algunos en negocios no definidos; son pocos que viven de la agricultura y de la ganadería; casi nadie tiene perfil industrial. En estos días EL PILÓN publicó la lista de las empresas más grandes del departamento y todas son del sector salud, aquí se vive del dolor de los pacientes. Esto demuestra que este sector es un gran negocio que se nutre con el presupuesto nacional; alrededor de $90 billones/año está destinando la Nación para este tipo de empresas. Por eso esta comarca no sale de la pobreza; según el DANE, el Cesar es el cuarto departamento con el mayor índice de pobreza monetaria, manteniendo una tendencia casi estable desde 2013; también tiene uno de los más altos índices de economía informal, seis de cada diez viven de esta actividad.
Recientemente salió el índice de competitividad y el Cesar ocupa el vigésimo puesto con una puntuación de 4.57/10: esto significa que se rajó y una de sus mayores falencias está en investigación e innovación donde obtuvo 1.28/10 así como cobertura en educación superior. La suerte de Valledupar corre paralela a la del Cesar, hoy con la mayor tasa de inflación de todas las capitales departamentales.
Muchas calles de esta ciudad son impresentables, la inseguridad ciudadana y vial no tienen dolientes. La economía del Cesar es vegetativa, hace 50 años nuestro PIB no supera el 2 % del total nacional, con carbón o sin él. ¿Será el narcotráfico el sostén de nuestra economía? Nuestros gobernantes se acostumbraron a vivir de las regalías y partidas del PGN que despilfarran a granel, cayendo en la inercia administrativa; por eso estos entes territoriales viven al debe.
La actual gobernadora endeudará al departamento en $350.000 millones más que deben sumarse a nuestra actual deuda. Con lo que hemos recibido por concepto de regalías y partidas nacionales, podríamos estar como una región del primer mundo, pero no es así, pocos municipios tienen agua potable, el 94 % de las vías terciarias está en malas condiciones. Eso es lo que se ve, se toca y se percibe y con estos indicadores medimos a nuestros mandatarios, pero existen otros que no se ven y son los más importantes, los referentes a salud y educación. Cuando algún organismo internacional quiere conocer la calidad de vida de un país, región o ciudad, lo primero que mira son las tasas de mortalidad infantil, la materna y la muerte por desnutrición para niños de cero a cinco años, que son muertes evitables, que deben estar a cargo del Estado.
En el Cesar pocos mandatarios se han ocupado de este importante subsector de la salud, estas tendencias se mueven solas, sus curvas son huérfanas. El Cesar y Valledupar son de los pocos entes nacionales cuyas tasas de mortalidad maternas crecen continuamente y nadie se alarma ni evalúa estos resultados. En el 2005, en el Cesar murieron 55.3 madres/100.000 niños nacidos y en 2023 murieron 85.7, con un crecimiento promedio anual de 2.46 %; en Valledupar este crecimiento fue de 9.3 % para igual periodo, algo aterrador. Dirán algunos, bueno que se mueran 53 en 100.000 es insignificante. No, ni una debe morir. ¿Dónde estaban los gobernadores y donde los alcaldes? En los últimos 25 años no recuerdo alguno que haya dejado una huella indeleble de progreso y vida, puro elefante blanco.
Por: Luis Napoleón de Armas P.