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El Cesar necesita un nuevo contrato social

Del millón de pactos que hemos firmado en el departamento del Cesar no se recuerda uno entre la sociedad y nuestras autoridades para promover la honestidad en la interacción como ciudadanos y en el manejo de los recursos públicos y privados.

 Como medio de comunicación y defensores de la ética, creemos que es necesario establecer nuevas normas a través de un pacto, no sobre un papel visible, sino en el día a día, un compromiso individual que redunde en lo colectivo, ¡un nuevo contrato social!

Algunos dirían que ese pacto con nuevas normas debe empezar con la renovación de nuestros representantes políticos (senadores, gobernador, alcaldes, concejales, etc.). Cierta, pero limitada y egoísta la afirmación. ¿Por qué? Principalmente porque es la sociedad la que impone las condiciones de cómo se hace la política en el Cesar. Como colectivo les imponemos a los candidatos endeudar sus cargos públicos para luego pagarlos con puestos burocráticos y contratos.

Entonces, el primer paso  a tomar dentro de ese renovado contrato social, guiado por la honestidad, debería ser  cambiar las condiciones para hacer política, fácil, porque el que paga para llegar, cobra al subirse.

Si empezamos por rechazar la deshonestidad en nuestras casas, en los colegios, en la empresa, en la entidades públicas, los deshonestos serán como el gusano que se esparce en medio de un cultivo de manzanas frescas, que,  más que una manzana podrida, ofrece al final un cultivo de pocos frutos.

Hace poco la Universidad Nacional de Colombia rememoró una  frase de filósofo francés Jean-Jacques Rousseau: “Que ningún ciudadano sea tan opulento como para poder comprar a otro, ni ninguno tan pobre como para verse forzado a venderse”.

Ese pacto por la honestidad tendrá varios objetivos específicos, principalmente acabar la corrupción y, segundo, superar la pobreza en el departamento, permitiendo la competencia honesta, democratizando los recursos, desincentivando la mediocridad y promoviendo la ley del esfuerzo, donde alcanzar un puesto o el crecimiento  social y económico sea el resultado del esfuerzo y no de la trampa.

Pero somos realistas: los contratos sociales no son el resultado de una promesa, una elección, ni un discurso. Están más relacionados, insistimos, con decisiones individuales que progresiva y lentamente redundan en lo colectivo. Por eso cada uno debe dar el primer paso, aplicando la honestidad como un estilo de vida, como un valor superior a cualquier interés y como el único camino para alcanzar cualquier propósito o sueño.

“El primer paso hacia el bien es no hacer el mal”. Es una de esas frases lógicas, y al parecer simple, pero que muestran que basta una decisión para cambiar cualquier estructura social o económica. Al andar se convierte en un acto de afirmación transformadora, en una demostración de cambio colectivo. Hagamos de ese acuerdo un homenaje a los creadores del departamento,  que sacrificaban su patrimonio para engordar  el bien común. Invertida situación que hace a los protagonistas de la sociedad de hoy sacrificadores del patrimonio público para agrandar el bolsillo propio.

Categories: Editorial
Redacción El Pilón: