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El Cesar con Petro, dos años perdidos

Ha llegado la hora, por difícil que sea la segunda mitad del cuatrienio, de que el gobierno del presidente Petro se note para bien en el Cesar.

No vamos a examinar en esta oportunidad si el presidente lo hace bien en la Nación, aunque un buen ejercicio se refleje en todo el país. No observaremos las políticas nacionales y la ejecución, pero sí en la medida en que se derraman sobre el territorio cesarense. Así identificaremos algunas que son de mucho interés nuestro:

La política de frontera abierta con Venezuela y el comercio binacional -en lo que Petro ha acertado-. Respecto a la migración ha continuado el apoyo a la población venezolana, ojalá no venga una segunda oleada por la gravedad del megafraude electoral del régimen de Maduro.

También estrategia de reforma agraria tiene en el Cesar una oportunidad de comprar y entregar 150.000 hectáreas a 15.000 familias, que con proyectos productivos apoyados por la ADR, el Banco Agrario y Agrosavia generarían una explosión productiva. Hoy el proceso está atrasado a pesar de contar con presupuesto y la voluntad de vender de muchos propietarios.

Otro frente del gobierno es el de la búsqueda de la paz con el ELN que actúa en el centro y sur del departamento cuyo fin de la violencia tendría un efecto providencial. Lamentablemente aún no es claro qué va a pasar en medio del reciente rompimiento del cese al fuego y los inciertos ‘28 acuerdos’ de las conversaciones adelantadas.
En el campo minero energético ha habido nubarrones. Las tarifas de energía se han incrementado lesivamente, se ha levantado una lanza contra la actividad de carbón en la región y no se ha facilitado el desarrollo de minería soporte para las energías renovables como el cobre. Se insistió en sepultar con una ley antifracking el gran potencial de hidrocarburos del centro y sur del departamento.

El gobierno no ha aplicado una acción específica y proactiva de desarrollo para el departamento y su tono se evidenció cuando decidió, al iniciar su mandato, no darle continuidad al proyecto del embalse multipropósito de Besotes, por una controversial decisión ambiental, ni a la explotación de las áreas mineras que, en el final del gobierno Duque, había renunciado Prodeco. Y las visitas del presidente se han limitado siempre a pocas horas: en Valledupar previas al festival vallenato 2023, a la inundación de Bosconia, a la Sierra Nevada, a Aguachica a entregar 480 hectáreas y a San Diego a inaugurar una obra municipal. En ningún caso se ha reunido con amplitud y deliberación con los estamentos civiles, gremiales, productivos y culturales del departamento.

De algún modo su atención a La Guajira beneficiaría al Cesar pero ella, en medio de aciertos y también de escándalos, se ha concentrado en la alta península y en el sur el prometido distrito de riego del Ranchería, se ha atollado ‘haciendo agua’; los programas del PDET se han enfriado, considerándose que mucha inversión se había destinado antes a la ‘Subregión Sierra Nevada- Perijá’.

Pero sí, el gobierno puede cumplir con el listado del plan plurianual de inversiones previsto en su Plan Nacional de Desarrollo (dobles calzadas a San Roque y Maicao, PTAR para salvar al río Cesar y a Zapatosa, reservorio), reactivar el ‘Pacto Cesar Guajira’ (para infraestructura vial campesina y de educación media, cobertura educación superior, entre otros). Aún hay tiempo, con voluntad, para retomar el camino de las realizaciones.

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