Por: Jose Gregorio
Hace muchos años, para esta época, entre Chemita y Minerva escogían la reina que representaría al barrio en los carnavales. Una zona demarcada por una familiaridad que nacía de la mente de cada uno de los que allí vivía; algunos en el fondo si lo eran, pero para mí, por ejemplo, veía una alianza eterna que nos hacia parecer uno solo; entonces todas eran mi casa, todos eran mayores, y a pesar de mi corta edad entablaba conversaciones de adulto sin tapujo alguno con ellos. Con Lulo la de María hablaba de Fidel Castro como si fuera uno más de la cochada; recuerdo la noche en que me llevó a conocerlo, me lo había ofrecido, y en ese momento me condujo de la mano hasta una imagen colgada de un marco en la pared de la sala de su casa y me dijo; “ahí está, te lo presento, ese es mi jefe Fidel; lo tengo ahí colgado para que no se ponga viejo, ni se enferme y muera, o lo mate la oposición que se las fuman verde; las fotos rejuvenecen” me dijo convencida- “y si te las tomas de espalda es mucho mejor”.
Fue entonces cuando se me ocurrió que Chicho Ruiz decidía quien tenia derecho a no morir ni envejecer. El encanto se me termino, cuando murió el gran amor de su vida, muchas veces lo vi con su maquina de fotografiar retratando a Vilma y a Ernesto Luis disfrazado de Súper mán. En ese momento llegué a creer que el mundo era solo, dos calles, dos carreras, un callejón, una isla llamada cuba, que en cualquier momento Lulo me llevaría caminando, agarrado de la mano a conocerla; y mas allá “la mierda”, sitio predilecto a donde Lulo mandaba a temperar al que no estaba de acuerdo con ella.
Recuerdo a una reina, Liliana primera era su nombre real, y por no querer bailar El Muñeco con “Cabecita” Monsalvo ni Lirio Rojo con el invisible su hermano, le fueron arrancadas sus largas pestañas postizas. “No voy a estar regalando pestañas pa´ que las baile otro”, dijo Raúl.
Con el pasar de los días el entorno fue creciendo y fue cuando conocí a Ney el más grande de los conservadores en el departamento, a La Bella, y a unas mujeres con cara de perro, pero muy elegantes por cierto. Para esos días abrió sus puertas en Valledupar almacenes Ley, fue todo un acontecimiento recuerdo que era primer local comercial con aire acondicionado, y muchos se devolvieron porque dentro del local había brisita de lluvia, jajajajaj eso decían. Allí conocí a dos personajes que tenían que ser de otro mundo, no sé como y cuando lo hicieron, pero llegaron, eran la Carpa y el Daña´o ambos con temas diferentes. Pero sin lugar a dudas allí alimenté mi niñez y entorno a ese mundo escribo, muchos dicen que tengo a alguien que me da las historias, pero créanme, no tengo necesidad, tengo historias interminables; al Cerezo algún día lo conocerán en otros lugares. Con el favor de Dios.
Feliz fin de semana
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