El mayor desafío del Centro Cultural de la Música Vallenata es ponerle alma, sentido de pertenencia en el corazón de los vallenatos. Es una obra faraónica, no por ello equivocada, que hace alusión a los designios poderosos del gobernante para ejecutar un proyecto sin previa concertación y legitimación con los ciudadanos. Antes lo hacían, derivados de la soberanía teocrática, ahora el mandatario revestido de la soberanía democrática se considera un instrumento de sus electores que le dieron el beneficio de satisfacerlos según su parecer.
Esos votantes bien sabían de que había fracasado en su primer gobierno pero volverlo a elegir suponía que persistiría en su empeño. Es faraónica por su costo en medio de otras de mucho menor valor, y una crisis de pandemia, desempleo y pobreza. Cabe recordar la controversia generada por obras de $10.000 millones, como la Casa en el Aire, o la de la Plaza.
Es costosa pero para ser justos no lo es tanto en el ámbito nacional e internacional. Hay cosas realmente absurdas (para otro editorial). Faraónica, ya que esa obra, superada la justificada crítica de su época de construcción, en una ironía de la historia, podría convertirse en veneración de las siguientes generaciones.
La obra si se valoran los 11.000 metros cuadrados del lote, a varios millones la unidad en el sitio, una cesión generosa del municipio; el diseño para un proyecto de su envergadura realizado hace 7 años y ahora actualizado; el contrato millonario de la obra civil, que ha sido lo más representativo; la interventoría y los posibles reajustes, superará los $200.000 millones. Más si como para ser buena clínica se requiere gran dotación, también para una majestuosa obra cultural.
Esa dotación, que para ser acorde con el escenario, que más que una mole de cemento será de metal, vidrio y color, debe ser un portento de novedad y tecnología. No se le puede restar a la investigación y a la representación de los sujetos, objetos, equipos y elementos en la búsqueda de conquistar los indecisos corazones.
La localización central en la ciudad es un acierto. Aunque en la construcción de parqueaderos subterráneos el nivel freático del agua podría acarrear problemas, los argumentos del gobernador no son desestimables. Y no se podía realizar en el Parque de la Leyenda Vallenata, mientras existiera un conflicto, en la Corte Constitucional, sobre la propiedad del inmueble, derivado del fallo del Consejo de Estado que se lo concedió al Municipio con esa ventana de oportunidad, el gobernador no iba a esperar: la nueva reforma de la ley de regalías eliminó los OCAD departamentales, eliminando la injerencia de la nación, habilitó y aumentó las asignaciones directas al departamento productor y le dio este año para disponer de ellas sin restricciones de aplicación a determinados sectores prioritarios. La cereza del pastel: la reciente ley de contratación pública que pretende eliminar los ‘pliegos sastres’, con los ‘pliegos tipos’, los exigió para las carreteras y no para la infraestructura urbana.
El proyecto también debe ser, una vez terminado, sostenible económicamente, pero habrá mucha tela que cortar, antes y después de la cinta, y otros editoriales para comentar.