El próximo domingo, en la Región Caribe, arranca el Carrusel de los políticos corruptos, con una estrategia mafiosa para capturar la democracia.
¿Cómo funciona? Inicia con el candidato a la Gobernación como ancla, este es quien maneja la gran bolsa de dinero, apoyado por el gobernador saliente y congresistas con intereses en cada departamento; la reparten entre los candidatos a las alcaldías de pueblos, que en promedio piden $400 millones y también financian diputados, que exigen aproximadamente $60 millones y terminan dándoles $40. A los candidatos a las alcaldías también les aporta el alcalde saliente a quien le interesa dejar sucesor, para tapar sus robos, y se une con contratistas deshonestos para terminar de recoger el dinero de la campaña. Pero los candidatos a alcaldías tienen que financiar los candidatos al concejo, que en promedio piden $20 millones y estos a su vez financiar a los líderes de barrio que piden entre $5 y $10 millones. El tema es que nadie da lo que ofrece y todos terminan robándose entre ellos como ratas de alcantarilla: el candidato a gobernación que ofrece $400 millones al candidato a alcaldía, solo le da $200; el candidato a la alcaldía gasta $100, se guarda $100 y solo le da a cada candidato al concejo, en dos contados,$10 millones de los $20 ofrecidos; el candidato al concejo le da al líder de barrio solo $3 millones en $3 contados y le enciman un TLC (teja, ladrillo y cemento) para que reparta; el líder de barrio no reparte un solo peso y, a punta de mentiras, convoca a los más pobres, aprovechándose de la necesidad e ignorancia, con el riesgo de que los votos no salgan.
Si este ejercicio lo aplicamos a un departamento como el César, con 25 municipios y 3 candidatos por cada uno de ellos, serían: $600 millones por 25 municipios, $15.000 millones en total; más $800 millones de 20 diputados; más los gastos de publicidad, $2.000 millones; más $5.000 millones para que los mochileros, el día de la quema, refuercen la compra de votos en complicidad con la Policía, que espera su mejor día del año; más $1.000 millones para logística, comida y transporte; mas el famoso Chocorazo en la Registraduría que antes se hacía llenando la urna de papeletas y ahora se modernizó, ponen a votar muertos y no votantes en sistema, paquetes de 1.000 a 50.000 votos pueden costar hasta $1.000 millones. A todo esto, hay que sumarle empleados públicos o “doctores plantilla”, son los que humillan y obligan a cada subalterno a poner 20 o 30 votos por familia, por eso es que dicen que una campaña puede costar $25.000 millones, aquí está la cuenta; y faltan los comepellejo, encuestadores amañados y periodistas comprados para reforzar el mensaje de victoria de los candidatos del clan político. Estos mercaderes de la política no tienen Dios ni ley con tal de ganar; pero ahí no termina todo, cuando los eligen, inicia la segunda temporada del Carrusel que es la mejor, dura 4 años y administran un presupuesto en promedio de $3 billones que utilizan para comprar diputados, concejales con el fin de aprobar proyectos y presupuestos; también sobornan contralores, procuradores, personeros y fiscales, para saquear a su anchas el erario; bien dicen que este negocio es mejor que la coca, si además de ser venerados por el pueblo obtuso, de ñapa, no los extraditan.