La semana pasada los colombianos quedamos aterrados con la alta tasa de informalidad laboral del país (58,2%), revelada por el Dane. En lenguaje parroquiano, esto quiere decir que, tenemos 13 millones de personas ocupadas sin contrato laboral ni prestaciones sociales.
Lo más vergonzoso, es que, entre las diez ciudades con mayor tasa de empleo informal, están las capitales de la región Caribe, encabezando la lista, Valledupar, con una tasa del 69,5%. La invasión de vendedores ambulantes, la proliferación de comida callejera y los mototaxistas, se adueñaron de los espacios públicos. Ello ha traído como consecuencia, mayores índices de inseguridad, desempleo y pobreza monetaria, afectando negativamente la competitividad y el crecimiento económico de la ciudad. Cada vez que se dispara la inflación, el desempleo o la informalidad del comercio en el país, el epicentro es Valledupar.
Sin duda alguna, la informalidad comercial y laboral, es el cáncer de la economía del país. Gremios como la Andi, Fenalco, SAC y Acopi, entre otros, han advertido a los gobiernos de turno sus preocupaciones y han planteado soluciones para este grave problema, que tanto daño le hace al crecimiento económico del país y a las empresas formales, por la competencia desleal. Además de afectar el recaudo de impuestos, pues en los negocios informales no se emiten facturas de compraventa.
Volviendo al caso de Valledupar, la semana pasada, varios ganaderos de esa región se molestaron porque escribí en un twist que la causa de la trepada del precio del queso en esa ciudad ($30.000 kg) fue por causa de la venta de leche de sus hatos ganaderos a las queseras informales. Para ponerlos en contexto. En la región Caribe, durante los meses de diciembre, enero y febrero, se baja la producción de leche y carne bovina por la escasez de lluvias.
Durante esos meses, los que fabrican quesos sin registro sanitario del Invima ni proceso de inocuidad ante el ICA, suben en trescientos o cuatrocientos pesos el precio del litro de leche. Cuando llegan las lluvias de abril, vuelve a aumentar la producción de leche y los queseros informales bajan el precio del líquido al del mercado formal, quedándose con las mayores ganancias.
Es inaudito que un ganadero, siendo socio de una cooperativa formal como Coolechera o Colanta, deje de suministrar la leche a su propia empresa para vendérsela a una quesera informal durante tres meses para ganarse unas cuantas monedas de más, sabiendo que su cooperativa le retribuye un mejor precio promedio durante todo el año y le provee a plazos, los insumos de alimentos balanceados, materiales y equipos, medicinas y asistencia técnica, entre otros beneficios. Ya ven por qué la mayoría de los pequeños y medianos ganaderos de la región Caribe, manejan unos hatos ineficientes con rendimientos promedios de 3 litros de leche/vaca/día y aumento de peso promedio de 400 gramos/novillo/día.
Desafortunadamente, estas prácticas informales también se ven en otros subsectores agrícolas del país. Claramente, esta ineficiencia productiva les impide acceder a créditos y nuevas tecnologías, limitando el crecimiento y la rentabilidad de sus agros negocios. La solución más rápida para extirpar este cáncer es integrando los agros negocios del campo a núcleos agroindustriales. ¿Me siguen? *Cosultor en crédito de fomento agrícola.
Por Indalecio Dangond