X

El Cañaguate como producto

Por: JACOBO SOLANO CERCHIARO*

Valledupar es una ciudad que debe buscar un horizonte claro para su desarrollo, y ese camino no está en la industria, ni tampoco en la minería y menos en la ganadería; el desarrollo de Valledupar está en su entorno natural y en su cultura, el propósito debe ser el turismo, uno de los mayores dinamizadores de la economía mundial. No al nivel de Paris que recibe al año 29 millones de turistas al año, pero sí crear conciencia de que esta es la alternativa.

Y si no, pregúntele a los españoles, que lo poquito que reciben en tiempos de crisis es por este concepto, o los habitantes del eje cafetero que transformaron las crisis en oportunidad. Lástima que nuestros mandatarios, aún no lo comprendan y cada día recorten más presupuesto del ramo, amenazando esa perspectiva de desarrollo. Para ser turísticos tenemos que organizarnos y crear productos turísticos atractivos.

Un modelo podría ser el barrio Cañaguate, que tiene todo para iniciar un proceso que transforme su entorno y lo convierta en un espacio bohemio, de arte y cultura con todos los elementos que constituyen la interacción entre música, tradiciones, patrimonio arquitectónico y leyenda, guardando las proporciones, como Montmartre de Paris o el Greenwich Village de Nueva York.

La idea, es crear una jurisdicción especial para estimular la inversión a través de exenciones tributarias a industrias culturales, en este pequeño lugar ubicado en el corazón de la ciudad antigua, y debe partir de las entidades gubernamentales como promotoras del proyecto, para impulsar procesos de modernización e innovación en la prestación de estos servicios, con el ánimo de incrementar los estándares de productividad y competitividad; recuperar vías y andenes; intervenir fachadas que generen identidad de color y que embellezcan la zona; complementado con murales de arte contemporáneo que estimulen circuitos turísticos por los callejones, en chivas cañaguateras, diseñada por estudiantes del Sena, con toda la tradición que poseemos y donde se explique la memoria histórica del barrio, la danza del pilón y el porqué de discos como La Mona del Cañaguate de Rafael Escalona o La leyenda vallenata del maestro Víctor Camarillo; además de reforestar con árboles de cañaguate para que en esta época se tiña de amarillo, actualmente solo hay 3, que están a punto de secarse y los turistas siempre preguntan ¿dónde están los cañaguates del barrio?.

Este proyecto abriría un espacio para que cafés y galerías de arte se ubicaran allí, aumentando sus posibilidades de negocio, lo mismo que pequeños museos como el del acordeón, de Beto Murgas; también, estipular un día al mes para un mercado de pulgas que atraiga público buscando antigüedades, estilo el rastrillo en Bogotá, lo que avivaría el tan atractivo arte callejero, brindándo posibilidades de empleo a muchos músicos, poetas, pintores, retratistas, como en la plaza mayor de Madrid.

Interesante sería, apreciar una escultura en miniatura dentro de una urna de cristal de La banda borracha de Wicho Sánchez y otra de mayor dimensión de La cañaguatera, de Tijito Carrillo, canciones que le han dado la vuelta al mundo y que nos hacen sentir orgullosos. Así mismo, fortalecer las fiestas de Corpus Christi y la danza de los negros; recuperar los carnavales, solo para el cañaguate como muestra tradicional; impulsar el Festival del Bolero en la quinta, que está que arranca y por falta de apoyo siempre se queda en el camino. Es hora de pensar en ciudad cultura como potencia turística, pero primero hay que planear y ser creativos, ojalá el alcalde, que es cañaguatero, piense en lo que puede representar un proyecto así para la ciudad.

Sígueme en Twitter: @JACOBOSOLANOC

 
Categories: Columnista
Jacobo_Solano_Cerchiaro: