La inversión y el dinero llegan a aquellos sitios donde se reproduce, donde asumiendo riesgos se multiplica. Es en esos circuitos en los que se mueve. Y los mejores lugares para ello son los ecosistemas de negocios, por ejemplo, y guardando las proporciones, pero ayuda a ilustrar, Silicon Valley. Ahí habita el emprendimiento, la innovación y el cambio. El poder también. Esa es su naturaleza y razón de ser.
El mundo, al igual que la vida, no solo cambia, sino que fue concebido para el cambio; y la lección implícita de esto, para las zonas rurales y para el agro también -si quieren ser competitivos- es que pueden aprender a cambiar, es más, necesitan cambiar si no quieren quedarse atrás. Y ello no es fácil ni difícil. Es aprender. Y el covid-19 con la revolución tecnológica y la transición energética aceleraron la metamorfosis y, en este sentido, no se trata de un evento coyuntural o circunstancial, se trata de otro mundo, uno nuevo, distinto y que está en transformación.
Y Colombia va atrás en el acople con ese nuevo mundo y el campo todavía aún más; el rezago en infraestructura, adaptación, capacidades técnicas y usabilidad de la tecnología digital es significativo. Existen limitantes relacionados con el acceso, uso y apropiación de tecnologías digitales en los procesos productivos agropecuarios al igual que carencia de un ecosistema para el surgimiento de emprendimientos de agrotecnología y limitantes en conectividad rural y en las capacidades para operar tecnologías por parte de los productores.
Para comenzar acercar el campo a ese nuevo mundo se requiere una estrategia que impulse la AgroTech en el marco del WorkerTech (WT). El WT es la oferta de servicios digitales que aprovechan el poder y la comodidad de la tecnología para ofrecer a los trabajadores independientes beneficios personalizados, a la vez que les facilitan el acceso a sistemas de protección y defensa de sus derechos. AgroTech es para el campo lo que FinTech es a las finanzas o EdTech a la educación. Las apps hacen la vida más fácil. Agrotech también. Pensar el agro sin lo digital es pensar en un agro de finales del siglo XX, desconectado y no online.
La agricultura del futuro, si quiere ser competitiva debe ser, como lo he anotado en varias de mis columnas, verde y digital; y el principio de lo segundo puede ser, tal como anotó Luis Hernández en su documento Lineamientos de política pública para la promoción de la agricultura inteligente: i) promover un ecosistema robusto de servicios tecnológicos para la agricultura inteligente; ii) impulsar mayor conectividad en áreas rurales con potencialidades productivas regionales y iii) fortalecer las habilidades digitales de los productores rurales como base para la usabilidad de nuevas tecnologías en los procesos productivos agropecuarios.
Tarea nada fácil, pero necesaria e inaplazable para que el agro no siga naufragando en un escenario sin ecosistemas de negocios y siga sin subirse en el tren de la competitividad.
@enriqueha