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El camino de Omar Geles

Hace unos años, más de los que yo quisiera, en una emisora de Bogotá escuché una canción que me pareció interpretada por Rafael Orozco y ‘Juancho’ Rois. “Tú, tú, tú, …tú no sabes dar un beso, tú, tú, tú… tú no sabes qué es amor”, estaba equivocado, eran los exitosos inicios de Los Diablitos, Miguel Morales y Omar Geles.

Hoy casi cuarenta años después; Omar, ese muchachito carismático y de asombrosa digitación en el acordeón no solo alcanzó el título de Rey Vallenato y líder de su agrupación musical, sino que llegó a ser el compositor más prolífico del momento y cantante de sus famosas obras, convirtiéndose en el juglar moderno que con extraordinarias letras y exquisitas melodías estimula la sensibilidad de nuestros corazones. 

Todos lloramos su precipitada partida. En las honras fúnebres sentimos el dolor de su familia, amigos, colegas y seguidores. Múltiples sentimientos llegaron hasta la Plaza Alfonso López a despedir al cantautor, hubo espacio hasta para los excesos de protagonismo de particulares y servidores públicos, quitándole sobriedad al acto, incluso irrespetando el dolor de los deudos.  

Las expresiones de solidaridad traspasaron nuestras fronteras para tomarse diferentes eventos a nivel mundial. Impactante la manifestación de una bogotana en la décima novena etapa del Giro de Italia, rindiéndole un homenaje sin esperar nada a cambio, solo enviando un mensaje de solidaridad a su esposa y familiares, igual, los latinos en una esquina de Madrid cantando a una sola voz ‘Los Caminos de la Vida’ o la sentida interpretación de ‘A blanco y negro’, el último clásico de la música vallenata, que hizo Silvestre Dangond ayudado por un espontáneo coro en los escenarios de su reciente gira por Estados Unidos.

Su desaparición física era lo que necesitaba el genio para lograr la inmortalidad, ahora la ausencia solo acompaña a los familiares más cercanos. Personalmente no fui su amigo, pero imposible ser insensible a la inocencia de tres niños jugando con una pelota al mismo momento que sepultaban a su padre, así como los vi desde la terraza vecina a su casa el día del sepelio. 

Algunos dicen que “todos los muertos son buenos”, a manera de descalificación en algunos casos, yo sé que Omar realmente sí lo fue, fue un buen hijo, un gran hermano y un excelente papá. Los detalles de este testimonio muchos las conocen más que yo. Desde estas humildes líneas extiendo un solidario abrazo a todos, especialmente a su hermano Juan Manuel, a quien solo de lejos pude expresarle mis condolencias.

Hace pocos días le dije a mi esposa que, si algún día festejábamos una fecha especial no cantaran ‘Los caminos de la vida’, porque transformaba la euforia en nostalgia. Hoy cambié de opinión, le digo cántenlo mil veces porque sé que la vida de repente puede acabar y por miedo a que broten las lágrimas nos perderíamos de escuchar: “… porque mi viejita ya está cansada, de trabajar pa mi hermano y pa mí y ahora con gusto me toca ayudarla y por mi vieja lucharé hasta el fin, por ella lucharé hasta que me muera y por ella no me quiero morir, tampoco que se me muera mi vieja, pero que va, si el destino es así…”. Fuerte abrazo. 

Por ANTONIO MARÍA ARAÚJO CALDERÓN

amaraujo3@hotmail.com

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