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El camello 18.

Por: Raúl Bermúdez Márquez

William Ury, profesor de la Universidad de Harvard, es un experto en Teoría de la Negociación, especialmente conocido por sus ensayos y artículos. En una de sus disertaciones contó esta historia: un hombre dejó de herencia a sus 3 hijos, 17 camellos; al primero le dejó la mitad, al segundo un tercio y al más joven, un noveno de los camellos.

El conflicto se generó cuando los hermanos se dieron cuenta que 17 es indivisible por 2, 3 ó 9. Estaban a punto de enfrascarse en un conflicto fratricida cuando decidieron recurrir a una anciana sabia para que los orientase en la solución. La anciana se retiró a pensar en el problema y después de un tiempo regresó y les dijo que no lo había resuelto pero que ella disponía de un camello, que lo tomaran si de algo les servía.

En la nueva repartición, al primero le tocaron 9 camellos, al segundo 6 y al último, 2. Como la suma da 17, sobró uno que fue devuelto a la anciana. Concluye Ury que en esa historia va implícita una metodología para la resolución de conflictos: “el secreto de la paz somos nosotros como comunidad circundante en torno a los conflictos”. Cuando hay dos lados en confrontación,  sin que se note mucho, hay un “tercer lado” que puede aportar en la resolución del conflicto y en la reconciliación de las partes. Ese “tercer lado” podría ser, amigos, aliados, vecinos y hasta la familia.

El video de 19 minutos –presentado por el doctor Franklin Chacón en Maracaibo en el marco de su cátedra sobre visión global del liderazgo moderno – y que se encuentra en la red con el nombre de “William Ury: el camino del no al sí", me remitió ipso-facto al ya legendario conflicto interno colombiano. Cincuenta años de incomprensiones, de luchas estériles, de guerra fratricida y de inútil derramamiento de sangre, que se han producido entre otros motivos, por no haber tenido la sociedad civil colombiana la fuerza y lucidez necesaria para propiciar la ruta del entendimiento. Necesitamos el camello 18, guardar las flechas envenenadas de los bandos en un lugar apartado de los escenarios de negociación y recorrer la ruta de Abraham que reconcilie a árabes con israelíes, a rusos con Chechenios y a los colombianos entre sí.

Sobre esto último, la actitud del presidente Santos de acudir ayer a Suecia, hoy a Cuba y seguramente mañana al papa Francisco, es un esfuerzo digno de apoyar por encima de  mezquinos afanes de protagonismo y de los desafinados cantos guerreristas orquestados por algunos nostálgicos del poder. 

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