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El calor mata

En Semana Santa como es mi costumbre, el lunes fui a la misa del Ecce Homo, no a las ocho como casi siempre lo hago acompañado de Mercy, sino de novelero a la Misa Mayor a las diez con Nuncio y Obispo a bordo y todo el notablato de la aristocracia vallenata pero también lo más distinguido del hampa, pues ese día no hay bandido que no vaya a sobar al Santo y emperifollado que no se lo eche al hombro y concluí que es más cómodo a las ocho sentado que dé pie a las diez. Lo hice acompañado de un primo, cuya blancura contrasta con el color bien moreno del Hombre, parece una rana blanca incluyendo el pelo que se le confunde con una bola de nieve; le aconsejo que se eche una asoleadita para que la piel se le curta, pues esos cutis tan delicados son fácilmente invadidos por enfermedades cutáneas, leves o graves.

El calor era insoportable, las camisas y blusas estaban pasadas de sudor y pensé: ¿Cómo estarán los pantaloncillos de los hombres?, porque ya las mujeres han reducido las pantaletas, ahora panties a su mínima expresión desapareciendo los matapasiones que en buen número había, pues la iglesia estaba repleta de mujeres de la tercera edad que no le jalan a “eso entre las nalgas”, pero a pesar de ello conozco sesentonas que orgullosas y altivas se pasean con su hilo dental y ropa vaporosa y transparente en velorios y fiestas; “¿verdad doña C?” puede ser Clara, Carmen, Celmira y Cleotilde, pero no, esas no son, es otra.

A mi lado derecho estaba María Elisa Aragón, distinguida dama sanjuanera y al izquierdo Freddy Montero, quienes al mejor estilo de Adán el legendario guacharaquero de Colacho en sus mejores épocas no pararon un minuto sus abanicos de mano y por eso tuve la dicha de recibir gorriao un agradable aire fresco y aguante toda la misa lo que no paso con el primo, hermano “del primo que tanto quiero” que empapao y colorao se despidió con un fraternal abrazo antes de terminar la homilía.

El Ecce Homo a quien miré se sonrió y creo que me pico el ojo y al cabo ratico sentí que mi celular entraba un mensaje y lo leí, decía así: como tú tienes la ventaja de escribir en El Pilón y sé que tu columna medio la leen, y sin decir nada a veces dices algo, te agradezco decirle al señor Obispo y al Padre Jesús, que por favor no sean inhumanos, que yo como ustedes y ellos también siento calor y como el aire acondicionado no lo prenden porque no tengo como pagar ese buen servicio, que al menos para el año entrante instalen mínimo treinta abanicos pero KDK o Sanyo como los que tú tienes hace más de treinta años y no unos baratos chinos que a la vuelta de la esquina están dañados; sabroso ellos que tienen a Freddy, el Alcalde y a Orlando Dangond que solícitos les ponen el abanico en la dirección a donde ellos se muevan y siempre están frescos.

Lástima se terminó el espacio, pero Padre Jesús cuente con un KDK, porque ya los Sanyo no vienen y como uno o de pronto más de parte del primo, hermano “de un primo que tanto quiero” y de otros encumbrados que veneran a nuestro Santo Patrono, para que sean instalados no para Semana Santa, sino ya, cuanto antes, porque el calor mata y si quieren ver cómo queda vayan a la iglesia de La Paz y verán lo que hizo Eloisa Raquel.

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Jose_Aponte_Martinez: