Sus pequeñas manos retumbaron por primera vez en un tambor que le regaló su abuela, cuando tenía un año de edad; desde entonces ha sorprendido a su familia, porque no pierde oportunidad para sacarle sonido a todo lo que se le atraviese.
Josué David Carmona Orozco, con cinco años, desde hace tres tiene un compañero inseparable, una cajita blanca que le regaló su mamá.
“Mi hijo es todo el día tocando, en el patio de la casa, en la sala y al escucharlo los vecinos se reúnen a verlo desde la reja y en el colegio le quitan las loncheras porque las toca como si fueran caja”, contó Carolina Orozco.
Ella asegura que en su familia a varios les ha picado el ‘bicho’ musical, pero solo por afición y cree que con Josué la historia será diferente.
“Él va a ser músico, porque a cada momento siente la música y hasta su propio cuerpo lo utiliza como instrumento”, dijo entre risas, mientras lo acompañaba a recibir la certificación del curso de música vallenata tradicional, patrocinado por una empresa de telefonía móvil, que durante 10 meses dictó la Escuela Rafael Escalona a un centenar de niños de sectores vulnerables de Valledupar.
Roberto Ahumada, director de esta escuela de formación musical, reconoció que en un principio no creyó en el talento de Josué. El 1.20 centímetros de estatura y contextura escuálida no lo convenció de que fuera capaz de tocar un instrumento que requiere fuerza y resistencia como la caja.
“Nos sorprendió a todos, toca con precisión el paseo, merengue, son y puya. Inclusive ya nos ha acompañado a varias presentaciones con la agrupación de la Escuela”, destacó Ahumada.
Aunque no desmerita a los demás niños que aprendieron a tocar caja, otros guacharaca, acordeón y canto, asegura Joshua, como prefiere que lo llamen, tiene un talento desbordante.
Entre tanto, Josué se prepara para el próximo año comenzar su vida escolar en transición y también ensaya a diario para presentarse en el Festival de la Leyenda Vallenata.
Por Martín Elías Mendoza
martin.mendoza@elpilon.com