El amanecer sosegado, en par de la saliente aurora, con la callada soledad sonora del río Guatapurí, enamoran a Hilder Jesús Cáceres Guevara para convertirse en un profesional.
Regresaron las clases en Valledupar y desde entonces el menor de 14 años, lucha por sus sueños, esos que espera algún día se hagan realidad. Pero, hasta el momento se convierten en vanos. Su aprendizaje de básica primaria lo ‘nutre’ debajo de un larguirucho árbol de almendro, debido a que en la subsede Rafael Castro Trespalacios, adscrita a la Institución Educativa San Joaquín, está sin pupitres y con pocos salones de clases.
Su sonrisa desborda una gracia natural, acompañada de un curioso rasgo que ocasionó un bautizo artístico sus vecinos del barrio El Paraíso: le llaman ‘El Cacique’ porque el parpado de su ojo derecho está caído, así como lo tenía el cantante vallenato, Diomedes Díaz.
“Me gano los detalles del día haciendo mandados a los vecinos, un señor llamado José fue quien me puso ‘El Cacique’; a mí no me molesta, me parece gracioso y me da risa porque en todas partes es ‘Cacique, Cacique’”, aseguró el mayor de siete hermanos.
Las esperanzas de ser un profesional se le esfuman como el humo en la montaña, porque siendo el mayor de su familia simplemente entrará a cursar quinto de primaria: por hechos ajenos a su voluntad, y cambios en su vida.
“Yo arreglo bicicletas, ayudo a los mecánicos en las motos, y hasta carro si me ponen, eso me gusta mucho y en eso quiero ser en mi vida”. El sueño de Hilder Jesús es ser mecánico automotriz, y ayudar a sus padres: Luneida y Antonio, quienes le han enseñado que debe estudiar para salir adelante, mensaje que él ha inculcado a sus seis hermanos: Wilmer, Wilder, Israel, Ángel, Eliseth y Lenis.
La institución educativa en la que aspira recibir clases ‘El Cacique’ es el colegio Rafael Castro Trespalacios, que muestra un buen estado en su estructura, pero no cuenta hasta el momento con pupitres para albergar a los menores que allí se matriculen.
“No aguanta recibir clases así, yo quiero estudiar los sábados para terminar el colegio rápido y ser un mecánico de verdad; aquí no hay dónde sentarse, nosotros debemos llevar las sillas y lo que uno quiere es estudiar”, señaló el menor.
En una visita y entrevista exclusiva de EL PILÓN con Alberto Peñaranda Zequeda, representante de esta familia propietaria del inmueble en el que funcionaba la subsede San Joaquín, él informó que no entregará los enseres de propiedad de la Secretaría de Educación hasta tener cancelada una deuda de más de diez millones de pesos.
“No hemos podido llevar la inmobiliaria”
El secretario de Educación, Asdrúbal Rocha Lengua, hizo un pronunciamiento sobre la situación que vuelve a tocar el arranque de clases, para un grupo de más de 1.000 menores en la capital del Cesar.
“Con la subsede del colegio San Joaquín tenemos inconvenientes en la nueva sede porque no hemos podido llevar la inmobiliaria de la sede vieja. Al propietario donde se encontraba la institución se le adeudan casi diez millones de pesos, y dice el señor que hasta que cuando cancelen él deja sacar los elementos”, manifestó Rocha Lengua.
Agregó que la subsede Rafael Castro Trespalacios está en óptimas condiciones, y allí están los profesores adecuando el colegio para dictar clases en las mejores condiciones.
Puntos de vista
Luz Montes, afectada. “Los niños están estudiando mal y necesitamos una ayuda de pupitres, mesas y todo lo necesario para que reciban educación de primera”.
Rosiris Fandillo, afectada. “Vamos a ir a la sede antigua del San Joaquín y nos vamos a traer los pupitres y las mesas que necesitan los niños para recibir clases”.
Por Carlos Mario Jiménez / EL PILÓN
carlos.jimenez@elpilon.com.co