Por: JOSÉ M. APONTE MARTÍNEZ
Después de más de veinte años, nuevamente fui en compañía de mi familia, especialmente mis bellos nietos, Sofía, Nando, Sara y Jose, al Cabo de la Vela, y como tenia tanto tiempo de no hacerlo acudí a mi sobrino Augusto, quien con frecuencia va a pescar, para que me orientara sobre la vía a utilizar y me aconsejó hacerlo por al carretera central hasta Puerto Bolívar y de allí al Cabo. Así lo hice, pero al regreso utilice la vía tradicional, casi que atravesando la península y fue mejor esta experiencia que la primera y al final explicaré las razones.
Allí, las cosas han cambiado gracias a la generosidad del expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien en su gobierno entregó a la población indígena unas amplias y cómodas casetas provistas de un baño con inodoro, lavamanos, ducha y agua abundante; con buena luz eléctrica que los Wayuú arriendan a los Arijunas, a razón de 150 mil pesos diarios donde caben cómodamente 7 u 8 personas en camas, chinchorros y hamacas; unos dicen que es caro, tal ves los más pobres, otros que baratos, los ricos o los que presumen serlo, yo no digo nada. La comida la venden ahí mismo desde una tachuco (arepa e huevo), según me dijo un indio a quien tuve que pagarle, pues no son atentos ni levanta una paja del suelo si no se les paga, y cuesta entre 3.000 y 5.000 pesos según el marrano, mientras que en Villanueva, las hijas de la famosa e inolvidable Luisa Bolaños, ahí mismo en la carretera frente a la policía, preparan las mejores del mundo, no se cuanto cuestan pues por una deuda de gratitud que tengo yo con ellas no me cobran y yo de pechugón no pago, pero estoy seguro que su precio no pasa de 1.500; una langosta vale 40.000 barras y platico de caldo de pescado 5.000 y los pescados van de 15.000 a 25.000, según el tamaño. Caros dicen unos muy baratos manifiestan otro. Yo no digo nada.
Una pimpina de gasolina corriente venezolana, pues no se encuentra la extra cuesta 40.000 trancas, mientras que en La Paz la extra en este momento cuesta 26.000. Baratas dicen unos, supremamente cara otros, yo no digo nada.
Para que hablar de licores, la cerveza polar que es la que más se consigue vale el doble que en Maicao, no se cuanto por que no la probé y el Old Parr está por las nubes, no se a que altura por que no lo medí, pero si hay uno barato, el Churro o Chirrinchi y un galón se consigue por solo 15.000 y si es envasado en botellas de fino Wisky el litro cuenta 5.000 pesitos. Ese si lo probé, brindado por Pedro Barros, apodado “El Indio”, quien resulto buen amigo de mis primos hermanos Raúl, Luís José y Julián, y que además estaba adobado con bruscos y en el fondo tenia una culebra disecada o desecada.
Da lastima y vergüenza que los quioscos que les regalaron ya se encuentran deteriorados y que de las ganancias que generan no les reinviertan un chavo y la Oficina Departamental de Turismo de La Guajira debe tomar cartas en el asunto, antes que desaparezcan, pues otro Uribe también es difícil que llegue.
Como escribí al principio utilice la carretera Uribia – Puerto Bolívar, durante tres horas y yo no encontraba explicación de que la vía por donde se va al principal puerto de exportación de carbón del país se encuentre en ese estado de deterioro, lo mismo que de allí al Cabo De La Vela, que debe sino pavimentarse, si hacerle pequeños trabajos de conservación, para que no se pierda lo misterioso, enigmático y pintoresco del paisaje Guajiro.
Me vine hasta San Martín pues me dijeron que por el crudo invierno la carretera paralela al mar era intransitable y por eso no tuvimos el gusto de ver de nuevo la belleza de los flamingos rosados, pero al llegar a Uribia entramos a Manaure a gozar del esplendido espectáculo de sus salinas naturales y allí nos despachamos con un suculento arroz de camarones