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El Caballo de Troya

Desde que el Gobierno sentó a las Farc una mesa, mas no a negociar las condiciones para su reinserción, sino las modificaciones al Estado de Derecho que exigían para reincorporarse; el proceso cayó en una ilegitimidad insubsanable, un verdadero caballo de Troya para minar desde adentro nuestras instituciones.

Bajo la presión extorsiva de las armas, la justicia, el régimen electoral, el desarrollo rural, la política antidrogas y la participación ciudadana sufrieron modificaciones sustanciales, que las Farc exigían refrendar en una Asamblea Constituyente, para luego plegarse a la decisión de la Corte sobre el mecanismo de refrendación. ¿Qué pasó? Que en La Habana optaron por una estrategia para entrarle a la Constitución por la puerta de atrás, abierta por la propia Corte.

Por eso aceptó modificar “por una sola vez” el umbral de aprobación –del 50% al 13%– para garantizar el éxito.

Con esa ventaja y con la confusión engañosa de la paz como promesa, también aceptó someter un extenso, confuso e inmodificable Acuerdo a la votación del SÍ o el NO, del todo o nada. Es como obligar a un comensal a elegir un menú con caldo de culebra y exquisito ajiaco, con la obligación de comérselo todo o aguantar hambre. Es una opción inaceptable que elimina el voto en blanco como legítima expresión de desaprobación.

Se le abona a la Corte haber desarmado el plebiscito vinculante, limitando cualquier obligación a lo estrictamente político para el presidente. Como consecuencia, el plebiscito no permitirá la “…adición o modificación de norma jurídica alguna, entre ellas la Constitución”, lo cual solo será posible en la implementación y con “las condiciones que para la producción normativa fija la Carta”, en especial el debate previo, libre y democrático.

Pero esas condiciones también caerán en el Acto Legislativo para la Paz, que las Farc rechazaban hasta que lograron introducirle el mico que incorpora el Acuerdo Final al bloque de constitucionalidad, una vez refrendado en plebiscito. Un verdadero Caballo de Troya a la Constitución.

El Acto, además, cercena las facultades del Congreso y la Corte Constitucional, constreñidos también al SÍ o al NO, en procesos sumarios de aprobación y revisión, al tiempo que impide las demandas de inconstitucionalidad. ¿Qué dirá la Corte en su examen?

Por ahora, obligó a votar por una caja negra: pueden conocer su contenido pero no cambiarlo, como no pudo el Congreso ni la Corte. Les tiene que gustar todo el acuerdo, o si no: a comer caldo de culebra para poder degustar ajiaco.

Qué hará usted si le gusta la participación comunitaria pero rechaza la impunidad disfrazada; o un ganadero que ve amenazada la propiedad de su tierra y hasta su libertad por una justicia sesgada. Yo quiero la paz, pero no acepto esa trampa a la democracia; por ello me siento moralmente obligado a votar NO.

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