A diferencia de Armando Zabaleta “que no volvió a Patillal porque lo mataba la tristeza”, yo si voy a Riohacha cada vez que fallece un amigo, amigos del alma del Grupo de los 40 famoso en esa ciudad, compuesto como su nombre lo indica por 40 muchachos que terminamos bachillerato en la Divina Pastora y que por iniciativa de ellos nos reunimos todos los años en un fraternal encuentro, pero que ya solo quedan 31, porque el 29 del mes pasado falleció el fundador y mecenas del grupo, Miguel Agustín Cotes Brugés, ampliamente conocido con el, no alias, si no apodo de “Lucky Cotes” y digo no alias porque esa palabra la utilizan en los estrados judiciales y policivos para desprestigiar a quienes quieren referirse.
Lucky, era un amigo fuera de serie, con una capacidad de servicio extraordinaria, que la suerte le sonrío y logró hacer una inmensa fortuna que utilizó para servirle a su familia, a sus amigos y a todo el que se le acercaba, pues le dio función social al dinero para rodearse de gente que lo quisiera y no procurarse malquerientes, para atraer y nunca atropellar, parecía monedita de oro y por su descendencia de Indio Caribe, logró convertirse en un verdadero Cacique, tan grande o igual que su famoso tío Claro Cotes, ya fallecido o de su primo hermano, hijo de Claro, Saúl Cotes Pushaina, quien se da golpes de pecho y con orgullo dice que tiene 160 nietos y aspira a los 200.
Como era lógico, nuestra participación en sus exequias era obligatoria y para ello delegamos a Edgar Ferrucho, hombre público conocido en todos los medios riohacheros, para que interviniera en la Catedral con una bellísima y elocuente oración fúnebre que hizo llorar a muchos; vi caras tristes y rostros adoloridos en una iglesia llena, al frente Luquita Gnecco que no hay forma que bote una lagrima, aunque por dentro esté destrozado, como sé que estaba Nelson su hermano con los ojos colorados y llenos de lágrimas, Gabriel Ariza, el gastón de Gaby a quien vi ya con la cabeza blanca pero lleno de vitalidad, Jorge Oñate y Nancy, Kike Cabas, Leo y Sarita Daza bien golpeados, Meche su hermana y Álvaro su esposo, ya nacionalizados vallenatos también acabados, Luz María Simmerman y Zoila Curvelo solidarias y atentas, y exgobernador Jorge Pérez con sus ojos azules o verdes cambiados por el color rojo, el viejo Sánchez, como yo muy triste, Asdrúbal confundido como Melo, el Ratoncito Brito con los ojos aguaos y a Manenchi en las mismas condiciones, a Miguelito Cotes su hermano acongojado y muy triste, no vi a Chema Pérez, al Cocha, a Carita e Chavo, Carey, Rubén Gómez, Miguelito, porque tuve que venirme de afán. Distingo por aparte la posición digna, decorosa y hasta elegante de Segunda su esposa, que a pesar de estar desmembrada física y moralmente conservó con prudencia y señorío su posición al lado de sus hijos, los de ella y los de él.
Mientras unos nos condolemos de su partida, otros deben de estar felices con la llegada de Lucky, como Foncholita, que sonríe de oreja a oreja porque se le compuso la mano y para recibirlo ha fiado en el Comisariato del Cielo un pocón de cosas con las cuales le preparará ricas viandas, tal como lo hacía y nos lo hacía a nosotros los del Grupo de los 40, ya reducidos a 31.
¿Quién será el próximo?, ojalá que no sea yo, pero eso depende es de la voluntad de Dios.