Por: JACOBO SOLANO CERCHIARO
No trasmitir en su totalidad los partidos del mundial de futbol, rebosó la copa y la paciencia de muchos colombianos, ofendidos por el proceder de los canales RCN y Caracol. Es inconcebible que por televisión abierta no se puedan ver encuentros como el de Uruguay-Ghana, una de las mejores contiendas del campeonato, ya que los altos ejecutivos no piensan en la franja de la audiencia que no tiene para instalar DirecTV, que es el grueso de la población nacional y gracias a ellos, estos perversos canales sobreviven, cada uno capta en publicidad aproximadamente 32.000 millones de pesos al mes.
Colombia es un país futbolero por excelencia y es una ironía que a estas alturas, cuando la tecnología y la calidad avanzan a pasos agigantados, no nos permitan acceder a este evento deportivo, de interés general; desde que se comenzaron a trasmitir los mundiales en los años 70, nunca se vio una humillación de esta naturaleza. Pero más allá de Sudáfrica 2010 que ya está por terminar, la realidad de la televisión, el medio de mayor penetración en Colombia, es grave; un país con más de 45 millones de personas, de las cuales se estima que una tercera parte son televidentes, no puede estar sometido a las conveniencias de las grandes cadenas, resistiendo las controvertidas tácticas jurídicas y políticas, para evitar que se les dañe su cómodo duopolio televisivo y no compartir con nadie más el 82 % de la publicidad en este medio. Revuelven y manosean a su antojo la programación sin que nadie diga nada.
La información está concentrada en dos manos, que representan a su vez emporios financieros, industriales y comerciales. En la parrilla de programación, existe un gran vacío de programas culturales, buenos concursos, documentales y programación formativa. Estamos mamados de J. Mario Valencia y sus tonterías todas las mañanas; aburridos de las mismas narconovelas que estigmatizan, aún más, la imagen de Colombia en el exterior, como ocurrió con Rosario Tijeras que fue censurada en Ecuador.
La responsabilidad que representa operar un canal de televisión es muy alta, los contenidos son un pilar fundamental y deben ser equilibrados y respetuosos, especialmente teniendo en cuenta que un montón de televidentes son niños en proceso de formación, retratando perfiles ociosos. Es hora de que nuevas ideas lleguen a renovar la televisión colombiana, una televisión interactiva, que ofrezca lo mejor para sus diferentes audiencias, y eso sólo se conseguirá a través de un tercer canal, y hasta de un cuarto, que está proyectado, que le permitan al televidente entretenerse con mejor calidad. Que sea de Prisa, Planeta, Cisneros o quien sea, pero que llegue, para que por fin veamos otra cosa, que no sea Quien quiere ser millonario, que va a cumplir 15 años al aire. Lo que logran estos canales privados, resistiéndose a una nueva opción, es someter a la audiencia a un bloqueo muy parecido al de Chávez o al de EEUU con cuba.
RCN y Caracol adquirieron una exclusividad por diez años que ya se venció, pero por miedo a que se les acabe el reinado, han emprendido una férrea oposición, utilizando mezquinas maniobras para impedir la participación de otra organización, la cuestión es de plata. En este país, todos los días nos quejamos de que queremos una sociedad más justa, con oportunidades y más incluyente, que no utilice atajos para conseguir los objetivos, y esto, es lo que están haciendo los canales privados, ojala se adjudique pronto ese tercer canal para que salgamos de este bloqueo al que seguimos sometidos, y que nos dejó sin mundial.
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