Un amigo, es ese ser leal y sincero que siempre está dispuesto a brindarte la mano. Ese que en horas aciagas y en caminos oscuros se convierte en tu luz. Está más cercano a ti en las horas tristes que en los momentos de júbilo; porque él sabe que en la felicidad y en los momentos de alegría abunda la compañía.
El amigo no te señala, contrario a eso te brinda un consejo; no te castiga con la indiferencia cuando vuelves a él después de la bonanza. Al final no es la riqueza ni la pobreza lo que determina su grado de confianza y amistad. El abrazo de un amigo sincero, te demuestra desde su corazón que él siempre intercede ante Dios por ti; sientes como se acomoda tu alma con uno de sus abrazos y lo sientes ahí, cuando el mundo te abandona. No hay razón para fallarle al amigo y aquel que te falla nunca fue tu amigo. Este mundo moderno, vanguardista y lleno de tecnología está cundido de odio, de hipocresía y desdén; y son pocas las personas que se despojan de su sábana para darte abrigo. Por eso, cuando descubras al amigo, cuando te encuentres de frente con la mano sincera y la mirada noble de ese ser que te pide un abrazo, nunca dudes en abrir tu corazón con la confianza plena que nunca te fallará; son pocos, pero aún los hay. Cuando Cristo se rodeó de sus más cercanos amigos se dispuso a recibir el beso traidor que le vendería, él sabía que eso pasaría; sin embargo no lo inquietó la traición sino la actitud que debía asumir ante el mundo, para salvar la humanidad, sacrificó su vida en bien de los demás y dejó en el padre la posibilidad de castigar al traidor. Esa actitud fue tan pesada para el “amigo” que dejó su culpa pender de un hico al ver su gran error pesar más que unas monedas. Hoy existen en el mundo tantos judas que besan tu mejilla que vale la pena revisar la lista de tu WhatsAspp a ver si son en realidad tus amigos; quizás tengas tantos como olvidos, cuando ya no les ofrezcas ninguna posibilidad de conseguir algo de ti. Por eso hoy, cuando se reciben cotidianamente los abrazos de los falsos amigos, recordemos la canción de Freddy Peralta “Un amigo fiel se debe tener, un amigo fiel se debe querer” pues por encima de unos pesos está una conciencia tranquila y una mano amiga. Vale la pena no dejarnos permear por fanatismos ante ídolos falsos, hipocresía y cosas superfluas y tantas otras cosas que dañan corazones y por supuesto la amistad. Dedico esta nota a mis amigos de siempre: Walter, Alfredo y Miguel Tomás; también a uno que otro judas de bolsillo que me he ganado por ahí, ellos saben. Sólo Eso.
Por Eduardo Santos Ortega Vergara