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El bello canto de la Luna

Samuel Aguilar De la Cruz

1991, distritos de consuegra, Toledo. En un hogar humilde y acogedor vivía una feliz familia, conformada por los padres y su único hijo, llamado Adam, todos los días Adam y su madre salían a la calle a jugar al futbol, o se iban de paseo al parque junto a su padre, eran momentos inolvidables para Adam, tenía la familia perfecta, la que todos podrían desear.

Cuando el hijo era todavía un niño, sus padres notaron su relevante amor hacia la luna y su madre solía cantarle una bella canción sobre ésta para que el niño se durmiera. Años después Adam perdió a su madre quien enfermó de un extraño padecimiento y esa misma noche la luna sufrió un eclipse rojo que le daba una apariencia diabólica.

Cuando Adam tenía 12 años su padre sufrió un accidente que le arrebató la vida y Adam sentía que el mundo caía sobre él y que una profunda tristeza invadía su alma, podía recordar el dulce canto de su madre y los sabios consejos de su padre. Entonces su abuelo, el único pariente que le quedaba le dijo que ahora sería él quien lo custodiaría.

Adam cayó en una gran depresión y se cuestionaba sobre su existencia y por qué era tan infeliz. Su abuelo al verlo tan desesperado por le contó sobre la leyenda de un ente que contestaría su pregunta, pero para poder hallarlo tenía que recordar los momentos más felices de su vida. Adam empezó a recordar cuando sus padres jugaban con él y reconoció entre sollozos que jamás los supo valorar, y para su sorpresa Adam apareció en la luna frente a la presencia de un ser divino con apariencia vieja, sedosa barba y cabellera blanca y larga. El ser le dijo: 

-Te responderé tu pregunta si tú respondes la mía

-Adelante, dijo Adam

-¿Quién puede calmar el aterrador llanto del oleaje del mar?

 Adam le replico:

– Pregúntale a la luna que le apacienta con su bello canto

– Ahora hazme tu pregunta. Murmuró el ser

– ¿Por qué mi vida es tan miserable?

El ser le respondió:

– Pregúntale a la luna que te vio desde las entrañas de tu madre hasta que creciste tan alto como árbol de hyperión.

Adam Le preguntó a la luna:

– ¿Por qué mi vida es tan miserable?

La luna le respondió:

– Porque no la supiste valorar.

Por: Samuel Aguilar De la Cruz I.E. Casimiro Raúl Maestre

Periodista: