Por: Indalecio Dangond
Según el reciente reporte del Banco de la Republica sobre la situación del crédito en Colombia, los sectores económicos que ofrecen las mejores condiciones de credito por rentabilidad siguen siendo la industria, servicios, comercio, comunicaciones e importadores. Afirma el estudio, que los sectores agropecuario y exportador (a pesar de haber mejorado su actual acceso), siguen rezagados en este contexto, por la dificultad que tienen los intermediarios financieros en identificar los buenos clientes.
Con esta afirmación, se demuestra, una vez más, que la Comision Nacional de Credito Agropecuario, presidida por el Ministro de Agricultura Juan Camilo Restrepo e integrada por Francisco Estupiñán (presidente del Banco Agrario), Rafael Mejia (presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia), José Darío Uribe (Gerente del Banco de la Republica) y Mauricio Santamaría (Director del DNP), no está haciendo bien la tarea que les fue encomendada por el Presidente Juan Manuel Santos, en el sentido de impulsar el financiamiento de esta locomotara de la economia de nuestro pais.
Ellos, como responsables de la poltica de credito del sector agropecuario, tienen el deber de implementar nuevos esquemas de financiamientos que remplace la ineficiencia y ridícula irrigacion de recursos de credito que el Banco Agrario está ofreciendo a los productores del campo. Además, deben impulsar nuevos productos financieros que motiven a los bancos privados y compañias de financiamiento, colocar mayores recursos de credito al sector agro-industrial.
Es una vergüenza para el Gobierno del presidente Santos, que el Banco Agrario, cuyo objeto principal es financiar las actividades del sector agropecuario, tenga más de 9.3 billones de pesos invertidos en TES y otros titulos, mientras que Finagro se ha quedado iliquido sin poder fondear los recursos de credito que demanda el sector para sus inversiones. Su cartera en el mercado escasamente llega a unos 6.5 billones de pesos, frente a 44 billones que tiene Bancolombia, una entidad de igual tamaño.
Si no fuera por la gestión de Finagro y la importante participacion que ha tenido la banca privada en el financiamiento del sector agropecuario, esta locomotora estuviera andando, pero en reversa. De los 3.9 billones de pesos que se han prestado al cierre de agosto, los privados colocaron el 61% y el Banco Agrario el 39% restante. Mientras la banca privada ha tenido un crecimiento del 21% respecto al mismo periodo del año pasado, el Banco Agrario escasamente alcanza un crecimiento del 7%, en sus colocaciones.
Lo más injusto de este Sistema de Crédito Agropecuario es que mientras a la banca privada se le obliga invertir (de sus recursos propios) unos 5 billones de pesos anuales en unos Titulos de Desarrollo Agropecuario en Finagro, el Banco Agrario no invierte un solo peso de sus 9 billones que tiene en su portafalio. Los creditos que ellos otorgan a los productores del campo, son recursos redescontados por Finagro, que provienen de la banca privada. Lo más descarado y perverso de esta practica, es que obligan a los campesinos a tomar una garantía del Fondo Agropecuario de Garantias –FAG-, cobrandoles una comisión por adelantado, lo cual encarece aun más el crédito. Ello, sin contar con el costo de un trámite que demora alrrededor de cuatro meses y el control de inversiones.
En microcredito están cobrando tasas de usuras que superan un interés del 40% anual, cuando podrian otorgar esos prestamos a traves de creditos de fomento, cuya tasa de interés no supera el 11% efectivo anual. Asi no hay campo ni campesino que progrese. Los buenos clientes por rentabilidad abundan en el campo, los malos son otros.
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