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‘El azote’: vidas que penden de una cuerda en las vías

En diferentes vías de la ciudad se ve esta imagen a diario, incluso jóvenes al salir de sus colegios se atreven con esta riesgosa práctica. Captura de vídeo.

Entre el congestionado tráfico de automóviles particulares, taxis, buses, camiones, mulas, motos, bicicletas, entre otros que transitan a rápida velocidad por vías principales de Valledupar como las avenidas Los Militares, La Popa, Sierra Nevada, la carrera 23 del barrio Los Fundadores, y hasta llegar al balneario Hurtado, al norte de la ciudad, se ha vuelvo una imagen habitual ver a niños, adolescentes y jóvenes en bicicletas sujetarse a los vehículos de carga para ser impulsados e impulsar a la vez a otros compañeros.

Con esta práctica, denominada ‘el azote’, que representa comprobados riesgos para los menores, tienen que lidiar diariamente los conductores que transportan diferentes cargas por la capital del Cesar. De acuerdo con José Molina, quien es conductor hace cinco años de un carrotanque, esta situación es “diaria, el pan nuestro de cada día”.

Como explicó el mismo conductor, quienes tienen esta mala costumbre se sujetan de estos grandes carros en todas partes; entrando a Valledupar e incluso se atreven a llegar hasta los retenes de la Policía que son los únicos lugares donde las autoridades los quitan.

Sin embargo, a su modo de verlo, aunque han solicitado ayuda a las autoridades no es mucho el apoyo que reciban para contrarrestar esta situación que en su concepto representa claramente un riesgo tanto para los jóvenes como para los mismos choferes.

Los llamados ‘polizones’ se sujetan de vehículos de carga pesada para movilizarse por diferentes sectores.

En primer lugar porque con esta modalidad los jóvenes están expuestos a sufrir una afectación en contra de su integridad física como ya pasó en el año 2018 con dos menores y dos jóvenes mayores de edad que fallecieron por esta razón, y como también ha cobrado una víctima mortal este año con el caso del gemelo de 14 años que pereció en cercanías del lote Piedras Azules el pasado jueves.

De igual manera, expresó Molina, es una preocupación para ellos porque en muchas ocasiones los mismos jóvenes los amenazan incluso con armas blancas. “Una vez me bajé por el barrio La Esperanza y me encaró uno con un machete y el otro con un cuchillo entonces ahí uno también ve un problema”, sostuvo el transportador, quien al tiempo reconoció que a pesar de que muchas veces los conductores se bajan de los carros para conversar con los menores a fin de concientizarlos sobre el peligro al que se exponen, ante las groserías e insultos que reciben ya se han cansado de intentar hacerlos entrar en razón.

Por último sostuvo que a su parecer el origen de esta problemática radica en que estos adolescentes y jóvenes muchas veces no tienen nada que hacer en sus casas, que también se trata de ausencia de los padres y que las autoridades no ejercen el control pertinente.

Así como él los diferentes comerciantes que se apostan en ambas aceras de las mencionadas avenidas de la ciudad se han convertido en espectadores de esta práctica de la que tratan de alarmar a los jóvenes pero con lo que también han dejado de luchar al recibir en repetidas ocasiones ataques.

“Se agarran de las bicicletas y otros van agarrados de las camisas y las autoridades a veces los ven y no les dicen nada y si uno les dice algo le salen con grosería, pelean y sacan hasta navajas, entonces las autoridades son quienes tienen que mirar eso y no le prestan atención”, manifestó Rony Vergara, quien indicó que para él es habitual verlos sobre todo en las horas pico y en los semáforos de las avenidas donde esperan que se detengan los carros para sujetarse de los mismos.

A pesar de que el control para con estos denominados ‘polizones’ se atribuye en general a la Policía, desde dicha entidad manifestaron que esta es una labor que corresponde más a los padres puesto que a ellos como tal se les dificulta escoltar cada camión, tractomula o volqueta que transita por el municipio.

Entre tanto, para hacer frente a esta clase de situaciones, cuando las presencian los uniformados proceden a detener el vehículo y llamar al muchacho a que desista de la actividad, usualmente requieren también a los padres de familia para que los controlen pero admitieron que en muchos casos no los pueden contactar.

Igualmente, reiteró Freddy Delgado, comandante operativo de la Policía Nacional en el Cesar, la institución ha hecho operativos sobre todo en la avenida de la calle 44 en los que han incautado más de 10 bicicletas a quienes realizan esta práctica. Junto con esto realizan campañas de sensibilización en las instituciones educativas para que los menores no realicen estas prácticas y también con los padres de familia a través de los talleres ‘Escuela de Padres’ para que sepan la corresponsabilidad que tienen con la educación de los jóvenes con el propósito de evitar que esta modalidad se siga presentando en el Cesar.

“Está fallando el tema de la corresponsabilidad, de saber los padres donde están sus hijos”, sentenció el uniformado, quien reveló que están trabajando desde diferentes frentes para contrarrestar esta situación. “Se han incautado bicicletas a los jóvenes que encontramos haciendo esta modalidad, Tránsito y Transporte, patrullas, red de cooperantes, los taxistas nos están apoyando cuando ven esta modalidad que es altamente peligrosa y los jóvenes no quieren entender”, agregó.

Según María Eugenia Sarmiento, psicóloga clínica, esta es una problemática que está ocurriendo en Valledupar desde hace años sobre todo con jóvenes a partir de los 11 años que salen en sus bicicletas desde las casas sin ninguna supervisión ni orientación.

“Los padres no están ejerciendo su rol permitiendo que los hijos hagan lo que ellos quieran en un hogar donde no hay límites, no hay normas, no hay supervisión y los padres no se están involucrando en la vida emocional y comportamental de sus hijos”, aseguró la experta.

En cuanto a que los jóvenes realizan esta práctica aun conociendo los peligros a los que se exponen, la especialista hizo referencia a que se trata de una conducta parasuicida similar a la de quien sale en estado de embriaguez en un automóvil a volarse los semáforos. “Es un adolescente que maneja adrenalina, no ven los peligros y les gusta tener esa sensación de riesgo”, advirtió.

Como recomendaciones para enfrentar esta práctica, sugirió que se empiece por hacer una prevención en el hogar en la que los padres faciliten los canales de comunicación, que hablen con sus hijos, que se motive a los menores y que sobre todo se ejerza el rol de padres.

Mientras tanto ‘el azote’ seguirá siendo una preocupación de la comunidad puesto que ayer a pesar de que no habían transcurrido 24 horas del accidente en el que falleció un menor de 14 años, otros adolescentes y jóvenes seguían realizando esta práctica en las vías de Valledupar.

Las mismas son vistas por ellos como una experiencia en la que es “muy bueno bajar duro y da mucha adrenalina”, como alguno de los que la practican sostiene en un grupo de Facebook dedicado al ‘Azote en Valledupar’ en el cual comparten detalles de sus arriesgadas maniobras, de las que también hay muchas evidencias en internet desde diferentes ciudades, algo que puede ser motivante para que cada día crezca más el número de menores que se atreven con esta modalidad que pone claramente sus vidas a pender de una cuerda como la que los enlaza cuando transitan por las vías.

Por:Daniela Rincones Julio / EL PILÓN
daniela.rincones@elpilon.com.co

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