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El arte del engaño

Les aseguro que escoger el tema sobre el cual escribir cada semana me resulta todo un desafío puesto que son tantos y diversos que a veces toca ser creativo para no volverse monotemático o caer en la rutina y terminar hastiando a los lectores con la misma temática; sin embargo, también es cierto que las tendencias las marca el mismo medio y resultaría imperdonable no referirse a ellos, y como lo que hay es ambiente político, pues heme aquí otra vez con el tema.

Como lo pudieron leer en algunos de mis escritos pasados “la industria electoral” o “democracia no es solo votar cada cuatro años”, esta vez me voy a referir puntualmente a la forma como algunos entendieron la forma de hacer “la política” puesto que al menos en el pasado el verdadero artista era aquel que lograba convencer a sus electores que no solo no les estaba mintiendo sino que además era diferente a todos, pero lo más importante que en caso que lo estuviese haciendo,  no se dejara pillar. 

Como están las cosas actualmente de descompuestas socialmente, donde los niveles de descaro y desfachatez ya son demasiado evidentes, creo que llegó la hora de levantar todos los vetos y todas las prohibiciones, y lo digo con absoluta franqueza, no tiene ningún sentido pretender tapar el sol con un dedo cuando periodo tras periodo las artimañas para timar a los electores ya no requieren mucha creatividad, las campañas “ganadoras” se descararon y se resumen en: Busque la plata, monte unas estructuras bajo la premisa que les garantizará impunidad o que les dará su tajada en la repartición burocrática y del presupuesto y luego lo que hay es un teatro soportado en campañas de marketing para hacerle creer a los electores que en realidad ejecutarán todo lo que prometen.

Creo que ya es fácil definir los perfiles de los que aspiran cada cuatro años, lo primero que debemos tener en cuenta es que el poder del estado está capturado por una pequeña bandola, es decir, olvidémonos de golpes de opinión o que la gente va a elegir la mejor opción después de escuchar sus propuestas, el vulgo sabe que cada cuatro años les llega su San Martín y la oportunidad de ganarse unos pesos en una feria de millones llamado elecciones y eso lo saben “ellos” por eso cada vez reservan más dinero porque ya saben cuánto cuesta una elección.

Quienes ostentan el poder han perfeccionado sus tácticas, unos para mantenerlo y los otros para acceder a él o recuperarlo, ambos con el mismo objetivo en común, el jugoso presupuesto público que cada día tiene menos dolientes. En una campaña como la actual, hablo de Valledupar y del departamento en su conjunto, los estrategas hacen lecturas politicas para ir tomando decisiones que les permita ir despejando el camino a sus candidatos y para eso se valen de cientos de artimañas, por ejemplo, lanzan varios candidatos en la previa para ir midiendo que tanta aceptación tienen y si pueden jugársela a fondo con tal o pascual, es por ello que en esta ocasión logramos ver 26 precandidatos a la alcaldía que terminó resumido a nueve al momento de escribir esta columna y de los cuales solo tres tienen opciones reales, los demás se mantienen o se retiran dependiendo el tamaño del cheque.

Hay algunos que no tienen ninguna posibilidad de ganar pero están en oferta, ellos saben que a medida que se acerca la recta final su cotización está al alza porque pueden recibir jugosas ofertas para continuar en la contienda, que es estratégico para quien se posicione como favorito, o también para hacer alianzas a cambio de una jugosa cantidad de dinero como ya se mencionó, uno o varios cargos en la administración o la posibilidad de que los unjan en la siguiente contienda a cambio de su caudal.

Y como estamos hablando de descaros y de clientelismo, dicen en los corrillos que el joven candidato oriundo de Bogotá se le apareció Aladino con su lámpara mágica y le abrieron una fuente inagotable de dinero que anda literalmente de compras como quien va al supermercado, su última adquisición fue tan burda que el efecto deseado fue totalmente contrario a lo esperado pues todo el mundo se dio cuenta que más que una alianza fue una componenda económica a plena luz del día ¿Se imaginan un eventual gobierno de ese muchacho? No hay derecho.

Por: Eloy Gutiérrez Anaya.

Categories: Columnista
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