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El arquitecto de mi futuro soy yo…

Delia implementa la estrategia de educar no solo a los estudiantes, también a sus padres. Con su metodología, esta docente de la etnia Wayúu, llega hasta los hogares a impartir sus conocimientos.

En la pequeña y pintoresca población de El Totumo, ubicada a escasos 10 kilómetros de San Juan del Cesar, un pueblo habitado por gente campesina, noble y con deseos de surgir, la docente Delia Rosa Bolaño Ipuana, desde su salón de clases en la Institución Educativa Mercedes Romero de Quintero y con el apoyo del rector Casimiro Cuello, comprendió que el futuro de este municipio, departamento y país, está en cambiar la mentalidad de sus habitantes dándole una buena educación, brindada a través del ejemplo.
Por esta razón, desarrolla desde hace dos años, el proyecto la Escuela en Casa, por medio del cual, la profesora pretende lograr que la escuela se acerque más a las familias y rescatar esa parte, ya olvidada, en que los miembros del hogar y la comunidad, vuelvan a creer en las instituciones.
Afirma la docente y escritora, quien según ella, llegó al magisterio por necesidad, debido a que en ningún momento de su infancia y adolescencia, se le pasó por la mente, ser educadora, pero por los pocos recursos económicos de sus padres, no se le permitió estudiar Comunicación Social con énfasis en periodismo y sólo le alcanzó para formarse en la docencia y hoy está agradecida con Dios, por haberla guiado por este camino en el que se siente realizada, por los buenos resultados que le ha dado el proyecto, que con su dedicación logra integrar a la familia a las actividades académicas de la escuela.
“La iniciativa que se encuentra en la fase experimental, consiste en buscar una participación activa de los padres de familia en el aprendizaje de sus hijos, utilizando estrategias innovadoras, desarrollando los temas pedagógicos en cada una de las viviendas de los 12 estudiantes, que ahora tengo, en donde los progenitores de estos niños, asisten y colaboran con las actividades, además se instruyen, debido a que muchos de ellos son campesinos analfabetas o con poca formación académica, que en algunos casos son víctimas de la violencia, para quienes sobrevivir, no ha sido nada fácil y a través de este proyecto la Institución Educativa se convierte en formadora y eje central de una comunidad, en donde nosotros como docentes jugamos un papel fundamental”, manifestó la docente Delia Rosa, quien proviene de la etnia Wayúu asentada en la alta Guajira, pero tiene varios años de vivir en San Juan del Cesar, sur de La Guajira.
“Una experiencia significativa, fue cuando preparamos el tema del ábaco y el sistema solar, los padres y los niños, utilizaron materiales del medio y a la mano, prepararon todas la piecitas del árbol y los planetas, era emocionante, ver cómo los padres eran los más interesados en aprender, hicimos el trabajo manual y esto nos permitió relacionar la interdisciplinariedad de las áreas que nos habla la pedagogía, además de estrechar los lazos familiares entre las familias y la escuela, en ese momento me sentí realizada como maestra”, manifestó entusiasmada Bolaño Ipuana.
“A los padres les fascina, están pendientes el día que le toca la clase en sus hogares, aportan conocimientos, dejan a un lado sus labores en el campo, piden permiso a sus patrones para poder estar allí al momento de la clase, en general, están muy atentos todas las actividades”, indicó la docente Wayúu.
Todas estas actividades quedan plasmadas en un diario de campo, a especie de bitácora, en donde los padres, los alumnos y la maestra escriben sus apreciaciones de cómo les pareció la clases y qué aspectos hay que mejorar, allí también se anotan cuáles son los temas a tratar en la próxima sesión, que por lo general se hace una sola vez a la semana.
La profesora pretende dejar sus experiencias y vivencias, plasmadas en un libro, que sirva como guía a todos los maestros, sobre todo a los de la zona rural, para que apliquen esta estas estrategias, para que de una forma creativa se pueda impartir los conocimientos básicos que se requieren en la formación académica, saliéndose de la rutina, en donde los padres se incentiven a involucrarse en el proceso de aprendizaje.
El sueño de Delia
“Quiero que todos los maestros, mis compañeros, pongan en práctica las recomendaciones y se comprometan con el aprendizaje de los estudiantes, porque cuando uno es maestro por vocación, las cosas se hacen con amor y el trabajo es placentero y debemos comprender que el futuro de esos niños y el de nuestro departamento, está en nuestras manos y son nuestra responsabilidad; estoy convencida de que podemos hacer muchísimo con poco”, aseveró la docente con una mirada llena de esperanza y en un tono de compromiso con su profesión.
Delia, le recordó a los docentes, que sus hijos también hacen parte de la sociedad y por mucho que se eduquen en una institución privada y de una gran ciudad, no quita que les brinden una educación de calidad a sus estudiantes, porque esos niños, también van a hacer parte del entorno donde se van a desenvolver sus muchachos.
“El reto que tenemos como docentes es grandísimo, ya que en las zonas rurales, donde las condiciones de acceder a la educación superior son escasas y el alumno cuando termina su bachillerato o antes de terminar, por sus escasos recursos económicos, no les queda otra cosa que trabajar en el campo o en el peor de los casos, cuando nosotros como docentes, no los guiamos académicamente y tampoco acompañamos a sus padres, toman el camino de la delincuencia y después nos preguntamos: ¿quién atracó a mi hijo?, ¿quién violó a mi hija?, ¿quién mató a mi sobrino?, y nos queda ese cargo de conciencia que ese “desconocido” que violó, atracó o mató, posiblemente estuvo en nuestro salón de clases y tuvimos la oportunidad de aportar como maestro, un grano de arena para que no se convirtiera en algo negativo para la sociedad”, expresó Delia Rosa.
La docente, que se ha puesto la meta de brindar educación de calidad integral a sus estudiantes, está convencida que si uno ve la vida a través de los sueños que puede realizar, el camino se torna mucho más fácil, por eso, ve un futuro brillante para su proyecto, aquello que empezó como una utopía en un salón de clases olvidado en un rincón de las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, hoy ya es conocido en el municipio de San Juan del Cesar, y espera que en un futuro no muy lejano, esta estrategia ‘La Escuela en Casa: El arquitecto de mi futuro soy yo’, se ponga en práctica en todas las instituciones educativas del municipio, del departamento y por qué no, del país.
“Hoy en día, con mis 12 estudiantes, me siento como Jesucristo y sus 12 apóstoles, porque así como él, impartiendo sus enseñanzas como maestro, a través del ejemplo, logró dividir la historia y sus discípulos pregonándolas, lograron cambiar el mundo, así sueño yo, llegar lejos, dejando en un libro de siete capítulos, mis experiencias, negativas y positivas, lo mismo que las estrategias para brindar una educación dirigida hacia la integralidad, padre, estudiantes y escuela, donde los alumnos, como sus padres, además de lo académico aprendan valores y a defenderse en un mundo tan competitivo”, aseveró en un lenguaje esperanzador, Bolaños Ipuana.
La impulsora de la estrategia, manifestó que está deseosa de que sus experiencias, que además de pedagógicas, son historias de vida, plasmadas en el libro que pronto saldrá en circulación, se conviertan en el texto guía, de todas las instituciones rurales y urbanas del país y que a medida que vaya pasando el tiempo se fortalezca y que desde La Guajira, salga una herramienta de cambio y desarrollo para la educación a nivel Nacional.
Por: Jesús Eduardo Ariño Fragozo.
jesusearino@hotmail.com

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