Nuevamente el tema del armamentismo y las relaciones entre Estados Unidos, Colombia y Venezuela vuelven a estar en la agenda temática de los medios de comunicación de Colombia. De una parte, el Secretario de Estado Adjunto de EE.UU. para América Latina, Arturo Valenzuela, un funcionario de carrera que conoce muy bien la realidad de la región, y en particular de Colombia, reiteró la preocupación de los Estados Unidos sobre las consecuencias de volver a una carrera armamentista en la región.
Y de otra, algunos problemas en la frontera y las declaraciones políticas a lado y lado, sin tener en cuenta el daño que las mismas le hacen a las buenas relaciones que deben existir entre los dos países.
La política persistente del presidente Hugo Chávez de comprar armamento y equipo militar sofisticado, inexplicable para un país que no tiene problemas internos ni tampoco un conflicto con alguno de sus vecinos. No obstante, el hombre fuerte del socialismo bolivariano acaba de comprarle a Rusia más de cinco mil millones de dólares en armas y equipo militar, a pesar de las difíciles circunstancias económicas y sociales por las cuales atraviesa su pueblo, hoy víctima del racionamiento de energía, alto desempleo e inflación, etc.
Y es que a pesar de contar con muchos recursos fiscales, originados en las exportaciones de petróleo, la decisión de Chávez de invertir en armamento significa quitarles temas a la salud, a la educación y a la inversión productiva generadora de empleo; pero esta es una decisión autónoma, así sea errada.
La lectura que hace Chávez es que, en su opinión, insistimos, Colombia podría llegar a ser la punta de lanza de una eventual y remota intervención militar por parte de Estados Unidos a su país; de allí la oposición a la instalación de las bases militares de ese país en el nuestro.
Valenzuela, quien vino a Bogotá a un foro en la Universidad de los Andes, explicó y ratificó la posición de su país sobre esta situación de la compra de armas por parte de varios países de América Latina; por el desequilibrio que esto puede generar en materia del poder militar, el impacto económico que esto tiene y sus efectos políticos, frente al caso de Colombia que sufre un conflicto interno con una subversión armada y un problema de narcotráfico y es válido el temor de que parte de esas armas, tarde o temprano, sirvan para alimentar la guerra en nuestro país. “No podemos tolerar amenazas bélicas”.
Estas declaraciones vinieron a sumarse a unas que dio hace algunos días el canciller de Venezuela, Nicolás Maduro, quien indicó que su gobierno esperaría un cambio de gobierno en Colombia para buscar una mejoría de las relaciones. Desafortunadas e imprudentes, sin lugar a dudas, las palabras de Maduro.
Por su parte, el gobierno del Presidente Uribe y Colombia, en general, tiene razón y solicitar de Venezuela una actitud más vertical y de rechazo a los grupos como las FARC que, según muchos indicios de las autoridades, utilizan el territorio de Venezuela para abastecerse de alimentos, medicinas y elementos de campañas para la guerra, además del tráfico de armas y narcóticos.
Esa actitud de complacencia de algunos de nuestros países vecinos con estos grupos subversivos impiden que Colombia pueda resolver, de una vez por todas, el problema del terrorismo en nuestro país, que además nos implica además del problema del secuestro, el boleteo y la extorsión, un gran gasto militar que se podría destinar a financiar más gasto social, fundamentalmente en salud y educación.
La realidad de las difíciles relaciones Colombia-Venezuela volvió a surgir en el Foro Económico Mundial, versión América Latina, que se realiza por estos días en Cartagena, por iniciativa del propio Presidente Álvaro Uribe Vélez, quien reiteró las preocupaciones de Colombia ante una selecta representación de la comunidad internacional.
Adicionalmente, las relaciones entre los dos países se han enturbiado por las detenciones aparentemente arbitrarias de un grupo de colombianos en Venezuela, ayer por los enfrentamientos entre humildes maleteros de nuestro país y unidades de la Guardia Nacional.
De nuevo, desde estas páginas, llamamos a la prudencia en el manejo de las relaciones entre los dos países, ahora con mayor razón cuando en Colombia estamos en un debate electoral y el tema de las relaciones con Venezuela no debe ser tema de campaña, sino, por el contrario, punto de encuentro de una política multipartidista en beneficio de los más altos intereses de los dos países que no debe ser otro que el construir unas relaciones armónicas, respetuosas y con una gran dinámica comercial, como ha sido históricamente.
Colombia, y en particular departamentos como el Cesar, la Guajira y también los santanderes, requieren de unas buenas relaciones comerciales con Venezuela, para el desarrollo de sus economías y esta es una situación que beneficia a los habitantes de los dos países a lado y lado de la frontera. Prudencia, tino y paciencia en el manejo del tema de Venezuela en esta campaña, señores funcionarios y candidatos presidenciales.