En Colombia, los deportistas han sido históricamente una fuente de orgullo nacional, logrando hazañas que desafían todas las probabilidades. Sin embargo, detrás de cada medalla, detrás de cada victoria que celebramos con fervor, se esconde una realidad preocupante: la falta de apoyo constante y sostenido a nuestros atletas.
Recientemente, se ha hecho evidente que muchos de nuestros atletas de élite, aquellos que deberían estar completamente enfocados en su preparación física y mental, se ven obligados a pagar sus propios viajes y entrenamientos debido a la ausencia de apoyo económico por parte del Ministerio del Deporte. Este es un escenario que se ha repetido año tras año, donde solo se brindan aplausos y reconocimiento cuando se gana, pero se ignora el arduo camino que conduce a esos triunfos.
Un claro ejemplo de esta situación es el caso de los deportistas que, para poder participar en competiciones internacionales, deben cubrir de su bolsillo montos que pueden alcanzar hasta los 20 millones de pesos por evento. Para muchos de estos atletas, que no cuentan con patrocinios sólidos, esta es una carga insostenible. Flor Ruiz, por ejemplo, una destacada atleta que perdió su medalla en los Juegos Olímpicos entrena sola y sin el respaldo adecuado, enfrentando obstáculos financieros que no deberían estar en el camino de quienes aspiran a representar al país en competencias internacionales. Esta falta de apoyo no solo afecta su desempeño, sino que envía un mensaje desalentador a las nuevas generaciones de atletas que sueñan con llegar a lo más alto.
El problema no radica solo en el escaso apoyo económico, sino también en la poca visibilidad y reconocimiento que se da a nuestros deportistas cuando aún están en formación. En lugar de invertir en su crecimiento y desarrollo, se le deja a su suerte, esperando que, milagrosamente, logren sobresalir por su cuenta. No podemos esperar que los resultados lleguen si no se siembra el terreno adecuado para que nuestros atletas crezcan y prosperen.
Además, la situación se agrava cuando observamos los recortes presupuestales que afectan al deporte. En 2025, se espera un recorte significativo en los recursos asignados al deporte, lo cual podría afectar gravemente la preparación de nuestros atletas para los próximos Juegos Olímpicos. Mientras que en 2023 se destinaron aproximadamente 643 mil millones de pesos al deporte, en 2025 se proyecta una disminución que dejaría el presupuesto en menos de 500 mil millones. Esta reducción es un golpe más para nuestros atletas, quienes, lejos de recibir el apoyo necesario, ven cómo se les cierran aún más las puertas para su desarrollo.
A pesar de estas adversidades, Colombia ha celebrado recientemente la obtención de medallas en levantamiento de pesas, un logro que es digno de aplauso. Pero ¿qué sucede con aquellos atletas que no logran subirse al podio? ¿Qué pasa con los que, a pesar de dar su máximo esfuerzo, no cuentan con las condiciones para alcanzar el éxito?
Aplaudimos a los deportistas que han ganado medallas representando a Colombia, y reconocemos con orgullo a talentos locales como Natalia Linares, quien es un ejemplo de perseverancia y dedicación para todos los jóvenes de nuestro departamento y del país. Pero también debemos exigir un compromiso real y sostenido por parte del Estado y las instituciones responsables, para que estos triunfos no sean la excepción, sino la regla. El verdadero apoyo a nuestros deportistas no debe llegar solo cuando se suben al podio. Debe estar presente en cada etapa de su preparación, para que cada esfuerzo tenga el respaldo que merece y para que Colombia continúe siendo una nación de campeones, no solo de medallas, sino de oportunidades.
Por Tatiana Barros