El gobierno del presidente Petro en sus políticas nacionales e internacionales y en la ejecución de las mismas ha tenido incidencia sobre el territorio del Cesar y los cesarenses en ciertos aspectos: positivamente, en el restablecimiento de la relaciones políticas y económicas con Venezuela, aunque ya después de la pandemia en el anterior gobierno la relación de intercambio comercial a través de la frontera en Paraguachón, a diferencia del paso fronterizo aduanero de Cúcuta, se venía desarrollando; en las medidas de emergencia económica y social de La Guajira que, como hemos explicado en estas páginas, beneficia también a nuestro departamento.
Una vecina Guajira pujante y de población próspera sirve a nuestros propósitos de desarrollo. Ojalá esas acciones sean transformadoras y no sean otra ilusión de las tantas que han generado los gobiernos centrales en la península.
Es excelente el inicio este mes del cese al fuego bilateral con el ELN, grupo de influencia en el centro y sur del departamento; quedamos atentos a que los secuestros y extorsiones desaparezcan y la paz se torne definitiva.
El candidato Petro prometía convertir al Cesar en una potencia verde, agroindustrial, productora de alimentos para el consumo interno y de exportación. Se manifestó por la Agencia Nacional de Tierras, ANT, que comprarían 28.000 hectáreas anuales, estamos expectantes de si habrá una transformación económica estructural, la creación de una nueva clase de campesinos propietarios; que, se ha advertido, sin inversión sustancial, finalizarían en la pobreza.
El presidente prácticamente no ha venido al Cesar a reunirse con sus diversos estamentos (hizo viajes aislados, simbólicos, ancestrales y fugaces, uno directo a Bosconia por la inundación y otro a la Sierra Nevada hace diez días, que recordó anoche en su alocución presidencial y una express a inaugurar Expofestival pero no al Festival); detuvo el embalse de Valledupar y su área metropolitana, sin consultar a la comunidad de Valledupar y tampoco a los cientos de pequeños campesinos afectados al extender el parque natural de la Sierra, eliminando sus fines de distrito de riego agrícola, generación de energía renovable, el turismo y el agua de consumo humano; decidió no reactivar las áreas renunciadas por Prodeco prolongándose la crisis de empleo e incumpliendo la creación de un fondo de $2 billones para la diversificación económica; le bajó el ritmo a la ejecución del Pacto Territorial Cesar – Guajira; a los proyectos PDET en ocho municipios del norte y el impulso a la política de Economía Naranja que le ayudaba a una ciudad cultural como Valledupar. No se visualiza una obra trascendental nueva del presidente en el Cesar. Esperamos que, por lo menos, nos deje la paz total, la construcción de dobles calzadas de Valledupar a San Roque y a San Juan del Cesar, vías campesinas, e inversiones significativas en la Universidad Pública.
A los problemas de aislamiento, centralismo, ineficiencia y falta de ejecución del gobierno se suma que no tenemos una representación importante en el alto gobierno, y que el acceso parlamentario es limitado. Así, menos seremos atendidos.