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El amor en épocas de confinamiento

Yo definiría el amor como una pasión sublime que arropa todos los sentimientos, sensaciones, percepciones y emociones del cuerpo humano en su conjunto y lo transporta a un mundo lleno de magia y fantasía que te impulsa y te motiva hasta llevarte sin darte cuenta a trazar metas y objetivos para lograr la razón final de tu existencia: la felicidad.

Al desnudar las más profundas y sinceras pasiones, el coronavirus le ha impuesto al ser humano uno de sus más grandes retos y desafíos… demostrar qué tan grande es el amor que sientes por esa persona a la que con frecuencia le recalcabas que la amabas con todas las fuerzas de tu corazón, a quien le decías que sin ella tu vida no tendría sentido.

Pues bien, hoy nos encontramos ante una situación atípica e incomprensible, ya que cuando se esperaba que la pandemia y el confinamiento llevaría a la unión y fortaleza familiar y sentimental vemos a diario las noticias de que la violencia intrafamiliar aumentó en un 300 %. Y nos preguntamos entonces, ¿a dónde fue el amor?, ¿será que alguna vez existió?, o simplemente era flor de un día de verano que no aguantó la primera asoleada.

Entendemos que para el ser humano no es fácil esta situación de aislamiento social porque el hombre es sociable por naturaleza y se acostumbró a visitar a sus familiares, vecinos, compañeros de trabajo y amigos en general, lo cual nos lleva a concluir que también amamos y extrañamos a todos esos amigos con los que compartimos diariamente, con los que nos reímos, jugamos, mamamos gallo un rato y hasta lloramos en los momentos difíciles.

Estos conflictos que hoy se producen en los hogares son producto de la misma desesperación e inconformismo que produce el confinamiento y esa nefasta sensación de sentirse preso, limitado y cautivo en su pensamiento y en su cotidianidad ya que cada quien se acostumbró a salir temprano a trabajar o a estudiar y a regresar por la tarde o la noche con la motivación de que había alguien esperándolo en casa, alguien a quien ya extrañaba y le hacía falta, pero esta nueva situación a la que han tenido que adaptarse, sin haberlo pedido ni deseado, dio al traste con toda esa forma de convivencia social que nunca pensó cambiar.

Pasó de ser un alegre y entusiasta extrovertido a un triste ermitaño perdido en la soledad de su tristeza y en el laberinto de un futuro incierto. Esa es la naturaleza del amor, el que nos hace grandes e importantes para nuestros seres queridos y por lo tanto tenemos que luchar unidos para superar esta difícil prueba que nos ha impuesto el destino, para que juntos podamos darnos un abrazo fraterno demostrando que el verdadero amor vence todas las barreras y fortalece el alma y el espíritu.

El amor debe estar siempre presente en el verano y en el invierno, de noche y de día, en la alegría y en la tristeza, en la pobreza y en la riqueza, porque él es agua y es tierra, es luz y oscuridad es la esperanza resucitada y lo más importante… la sangre que bombea diariamente los ventrículos y las aurículas de nuestro corazón para seguir viviendo en este mundo convulsionado que nos tocó vivir.
Ama y vive intensamente por los siglos de los siglos. Amén.

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Gabriel Dario Serna Gomez: