Los vocablos nativos de América se engastaron en el idioma de Castilla cuando allá no tenían equivalencia. Así, pese al pavoroso genocidio de las tribus nuestras, aún existen muchas palabras sin que de su grafía sepamos el significado, como algunos que bautizan accidentes geográficos, deidades, mitos y ritos de la teogonía amerindia.
De ese gran naufragio cultural, en la brevedad de este espacio, expondremos las siguientes.
Alaska. Según Andrés Maurois, en su obra Historia de los Estados Unidos, deviene del vocablo esquimal al-ay-es-ka, que traduce: “gran región”
Ariguaní. Pedro Castro Trespalacios afirma en su obra ‘Documentos para la Historia de la Fundación de Valledupar’, que este nombre que bautiza un rio en el norte del Cesar, significa en dialecto chimila “agua clara”. En Brasil existe otro río denominado Araguaní.
Atanquez. En el antiguo dialecto de los cancuamos “tanki” significaba “colibrí”. Por la tradición oral se sabe que el mamo Tutaka ordenó construir la población en un lugar irrigado por pequeños arroyos en los cuales abundaba este pajarillo. La evolución del vocablo mal pronunciado hizo modificar un poco el nombre de este pueblo.
Ayacucho. Llanura donde se celebró la famosa batalla por la independencia del Perú. En quechua traduce “rincón de los muertos”, por el episodio sangriento que tuvo lugar cuando las guerras precolombinas de Capac Yupanqui.
Boyacá. Vocablo muisca que traduce “región de las mantas”. Un riachuelo y un poblado indígena llevaban ese nombre antes de la Conquista.
Brasil. Señaladas personas han escrito que el nombre primitivo era Parasil que en lengua Tupi-guaraní significa “lugar de abundante agua”.
Calamarí. También denominada caramarí, esta antigua aldea fue asentamiento de los indios mocanáes, según Fray Pedro Simón, y de malibúes según Paul Rivet, en el sitio donde está situada Cartagena y equivale a “cangrejo” debido a la abundancia de estos moluscos.
Caribe. A. Clark es de la opinión que tal palabra debe originarse en los dialectos de esa familia lingüística asociándolo al diablo como cariama, kiriamo, carahua. Cuervo Márquez afirma que es derivado del vocablo fenicio Cariphe, que equivale a batalla, pero no encontramos relación histórico-lingüística para que una palabra fenicia aparezca en rueda suelta sin explicación alguna. Martius considera que Caribe significaba “extranjero”, lo que constituía un aviso de alarma ante la presencia de los europeos, asociándoles éstos como grito de guerra, de donde pasó a ser un apelativo.
Cundinamarca. Hay quienes sostienen que esa palabra procede de Con, dios temido por varias tribus de América. Otros dicen que en la toponimia aborigen muisca es igual a “país de las alturas”. Sin embrago anotamos que Condorcumca en quechua significa “nido de cóndores”, llamándose así un cerro que domina la pampa de Ayacucho, en Perú, donde se dio la célebre batalla.
Cariguañá. Nombre que los indígenas chimilas daban al rio Magdalena. Dice Jorge Isaacs, en su obra Tribus Indígenas del Magdalena, que Manúkaka era la expresión con la cual los indios de las vertientes orientales de La Sierra Nevada (presumimos que los Koguis) llamaban al mismo rio. Nótese que Chiriguaná, población precolombina, también es vocablo chimila.
Nemocón. En muisca traduce “atardecer sangriento”.
Massachusset. Término de los algonquinos que traduce “plaza pequeña de la colina”.
Mazatlán. Voz nahua que deviene de mazalt, venado y tlan, lugar, o sea “lugar de venados”.
Mississippi. “Rio de peces”, es un significado en lengua algonquina.
Manaure. Vocablo guayú que es igual a “tierra afuera” o “tierra lejos”.
Panamá. Voz caribe que significa “tierra de mariposas”
Putumayo. Traduce “rio de las garzas” en dialecto de los indios sionas.
Quindío. Palabra quimbaya que se asimila a la idea de edén, paraíso.
Socuiga. Así se designaba el río Badillo, hasta cuando el explorador Pedro Badillo le dio su apellido en la incursión del año 1527. Socuiga traduce en lengua chimila “rico en peces”.
Tolima. Término pijao que equivale a “dios de las nieves”, con lo que distinguían al nevado llamado así.
Yucatán. Dicción maya que da nombre a una caverna labrada por el agua en aquella península. En su interior se encuentran vestigios arqueológicos y entre ellos pinturas sobre muros líticos. El significado es igual a “flor de piedra”.
Zipaquirá. Voz muisca que es igual a “llanto del Zipa”.
Por Rodolfo Ortega Montero