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El aire que respiramos

La alerta amarilla que vivió Bogotá durante una semana por la alta concentración de contaminantes en el aire es el síntoma de un problema mayor. Este episodio está relacionado con el material particulado constituido por elementos microscópicos expresados en metro cúbico como polvo, hollín, cenizas, cemento, polen y partículas metálicas que están presentes en la atmósfera.

El medio ambiente es uno de los puntos principales de agenda pública con mayor incidencia en el diseño de la gestión. La información secundaria para estos propósitos es amplia y está documentada. Estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierten que bajar la emisión de contaminación de 70 a 20 microgramos por metro cúbico permitiría reducir en 15 % las muertes relacionadas con la polución del aire. La directriz de la OMS es que la medición anual media no debe superar 20 microgramos y la diaria (las 24 horas) no debe estar por encima de 50.

En Colombia, el límite máximo está en 50 para la media anual, y se prevé llegar a 30 en el 2030. La diaria está en 75. Según Planeación Nacional en el 2015, en Colombia hubo ocho mil muertes relacionadas con el riesgo por la baja calidad del aire. La exposición crónica a estas partículas agrava el riesgo de desarrollar cardiopatías, neumopatías y cáncer de pulmón.

Para mitigar los impactos ambientales en aras de disminuir las patologías generadas por la contaminación, los gobiernos necesitan establecer horizontes hacia la transición energética para satisfacer las necesidades de una población mundial cada vez con menor uso de carbono. En ese sentido los gobiernos locales y nacionales están adoptando la movilidad eléctrica principalmente para mejorar la calidad del aire y hacer frente al cambio climático.

Los esfuerzos para fortalecer la seguridad energética mediante la reducción del consumo e importaciones de combustibles fósiles, procuran mejorar la competitividad de los vehículos de transporte público. Atendiendo el llamado de atención para satisfacer las necesidades ciudadanas, varias ciudades europeas (Oslo, Madrid, Habsburgo, Copenhague, Paris, Atenas, Londres, Bruselas) entre los años 2019 y 2021 sacarán los carros de sus zonas céntricas, asimismo, están haciendo tránsito a los carros eléctricos. Naturalmente, esta decisión tiene propósitos ambientales, sin embargo, intrínsecamente, asume una perspectiva de costos en función de la salud pública.
Investigadores de America Latina consideran que la región tiene condiciones ideales para reducir las emisiones, mediante la implementación de sistemas de transporte eléctricos, sobre todo, porque la matriz energética es relativamente limpia y por el potencial para implementar proyectos de energía renovable. Hacia allá debe ir Bogotá, el metro como esquema de transporte es una necesidad manifiesta, no solo por los aspectos e impactos ambientales, sino además, por los resultados del estudio realizado por INRIX que destaca a la capital del país como la más congestionada de America Latina.
@LuchoDiaz12

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