A lo largo de la última década, las ventas de agua embotellada han aumentado espectacularmente, convirtiéndose en una industria con un volumen económico estimado en cien mil millones de dólares estadounidense al año. De hecho este es el segmento del sector de alimentos y bebidas que tuvo el desarrollo más dinámico en ese período.
De 1999 a 2004 el consumo mundial de agua embotellada aumentó 99 mil millones de litros aproximadamente a unos 154 mil millones de litros, y aunque en años recientes la tasa de crecimiento ha disminuido, sigue habiendo un consumo muy elevado.
Los diez países que mas consumen agua embotellada son Estados Unidos, México, China, Brasil, Italia, Alemania, Francia, Indonesia, España e India en ese orden. Hoy notamos que en todo tipo de reunión las jarras han sido desplazadas por una botellita en frente de cada participante, quien toma unos cuantos sorbos y la deja a un lado.
Se ha puesto de moda en algunos restaurantes tener una carta de aguas como la hay de vinos, con su correspondiente recomendación de cual es la mejor agua para acompañar la comida. La gente la consume porque afirma que es más segura y (aunque no lo dice) considera que añade estatus social. Las etiquetas y los nombres sugieren pureza y salud: montañas, bosques, glaciares y hasta imágenes celestiales. En todo caso, es importante hacernos las siguientes preguntas: ¿Es segura el agua embotellada? ¿Tiene todo lo que ofrece? ¿Es recomendable tomarla?
El agua embotellada cuesta hasta diez mil veces más que la del servicio público y aunque está sujeta a normas, en la práctica muchas marcas no la cumplen. Hay numerosas demandas en contra de las embotelladoras pequeñas y grandes; en contra de las pequeñas por la calidad variable, y de las grandes por abusos en la explotación de fuentes y manantiales. ¿Qué hay detrás de esta floreciente industria?
El término “agua embotellada” no se refiere a una sola clase de productos sino a tres: el agua natural mineral, el agua de manantial y el agua purificada. Las dos primeras generalmente tienen cierta garantía de calidad, por su denominación de origen; la tercera no representa garantía alguna. Todas las compañías comercializan este producto partiendo de la base de que el agua embotellada es más segura y más saludable que el agua de la llave.
Diversos estudios indican que ni siquiera las normas relativas al agua embotellada son adecuadas para garantizar su pureza o calidad, suponiendo que se cumplieran. La Organización Mundial de la Salud advierte que el agua embotellada puede contener un número mayor de bacterias o productos químicos nocivos, que el agua del acueducto o municipal. La “seguridad” es muy variable, particularmente del agua purificada, tanto por las normas que la rigen como por la poca observancia de muchas compañías y la negligencia de las autoridades para vigilarlas. Tampoco el agua de manantial está exenta de contaminantes, por las mismas razones.
El que el producto sea mas “saludable” es totalmente falso y solamente constituye una artimaña de publicidad. Continuaremos en la próxima columna con este tema.