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El agro y el campesino en su día

Colombia requiere hoy más que nunca adoptar una visión renovadora que potencie la producción del agro con soportes en los recursos naturales que tiene. Este es el mejor camino para llegar a la meta del desarrollo sostenible y se logrará transformando estrategias y conductas que propicien mayor producción, para hacer un país moderno, competitivo e integrado. Esta proyección hace fundamental cimentarse en nuevas políticas públicas de calidad para implementar una agricultura más próspera y rentable; solo así dejaremos atrás la visión nefasta y miope del sector agro, articulado solo a la extracción y generación de bienes primarios.

Es menester liderar, orientar y ejecutar una visión transformadora que logre convertir territorios rurales en industrias de alimentos procesados; en tal sentido las autoridades locales y regionales están llamadas a apoyar y fortalecer esta importante iniciativa, diseñando estrategias productivas climáticamente responsables que propicien solución a la seguridad alimentaria, nutricional, energética y ambiental, igualmente fomentar en la zona rural incentivos y seguridad productos del agro y lo más importante crecer en una escala de valores diferentes a la de las balas y la coca.

El campo es un panorama vivo y cambiante de la naturaleza y cultivar sus tierras debe ser una labor de contagiosa generalidad, de estrategia efectiva y oportuna. Es imperativo, urgente y necesario en este país ser protagonistas de una agricultura vanguardista, especializada en alta tecnología, ciencia e innovación; toda vez que la exuberante riqueza natural y ambiental así lo garantiza. Un ejemplo ilustrativo lo representa la riqueza hídrica de nuestro entorno territorial, ríos, ciénaga, montañas, sierras y demás elementos de la biodiversidad fauna y flora. 

Todo este rico potencial que nos rodea debe ser explotado bajo una metodología bien diseñada, donde el Ministerio de Agricultura, adopte líneas de acción que permitan al campesino del común ser partícipe activo de la producción y explotación agroindustrial desafortunadamente esto no se está cumpliendo a pesar de nuestra enorme riqueza; riqueza que en otros países desearían tener.

Colombia debe volcar su mirada a un cambio sustancial y renovador en el sector agroindustrial; puesto que no es lógico que, al sector minero — energético, solo nos deja miserias de regalías (se permite explorar, contratar y se concesiona) con consecuencias nefastas; caso patético el carbón que deja grandes zonas improductivas.

Esta innegable realidad que no debemos postergar, necesita de un activismo político social de mayor acción que reconstruya, anime ética y moralmente el agro en Colombia; visionar un nuevo país donde todos quepamos y lo más trascendental, donde la seguridad alimentaria sea próspera y abundante, producida, comercializada y consumida por cada ente territorial. 

En Colombia se requiere crear e institucionalizar un funcional y acertado proceso pedagógico que despierte conciencia sobre el rico potencial que caracteriza nuestras tierras; que juegue un papel más dinámico, creativo y de pujante liderazgo en el plano internacional. Un territorio que produzca, tiene mucho que brindar a la ciudad. El sector agropecuario se debe constituir como el mayor generador de la economía colombiana.

Si el campo y su protagonista por excelencia el campesino no produce, la ciudad no come, así de sencillo. Al campesino se le ha abandonado; en otros países después de la pandemia se le ha brindado la atención correspondiente e incentivándolo para que no deserte a otros lugares.  Es la oportunidad para felicitarlos en su día, entusiasmarlos a que se mantengan firmes en su terruño, haciendo lo que por naturaleza saben con sobrada razón: cultivar jairofrancos@hotmail.com

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Jairo Franco Salas: