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El agio y la usura

Ayer dijimos que la especulación encarece el costo de vida en esta ciudad y en todo el mundo y por falta de espacio no hablamos de sus primos hermanos, la usura y el agio que son otros males endémicos que nos golpean en forma muy directa a nuestros bolsillos.

El dulce 10 y el terrible y desbastador 1% diario o gota a gota encarecen la canasta familiar, pues ese cáncer hizo metástasis a todos los estamentos por la tolerancia de las autoridades en permitirlo, pues es un trabajo ilícito pero público.

No hay un solo carretillero que venda frutas, hortalizas, pescado o cualquier otra vaina que no esté entrampao con estos “banqueros” que a través de sus eficientes e inhumanos cobradores los esperan en la tarde en lujosas motos, para notar el delictuoso interés y el abono a capital, lo mismo le pasa a los peluqueros, manicuristas, meseras, emboladores también transcriptores y fotocopiadoras y todo aquel que recibe su pago diario en efectivo, incluyendo a los taxistas y mototaxistas que tienen que bajarse del bus todos los días y la vuelta de cuatro meses ya han pagado el capital y los intereses, pero de mentira porque el capital continua intacto y así los meses se convierten en años y en eternidades que parecen infierno. Es el negocio más rentable que puede haber, que perico ni que perico, que marimba ni qué carajo, ese no tiene igual y hay de aquel que incumpla, lo maltratan, lo golpean, lo intimidan con armas de fuego y contundentes y los amenazan de muerte incluyendo su familia por “desagradecidos” les quitan la casa, la cicla, la moto, el carro, el televisor, el equipo se sonido, lo que sea pero la plata la recuperan, porque o de no pierden la chamba.

Yo les aconsejo a quienes se encuentran en esa terrible situación que se amarren los pantalones, que se defiendan, que se paren en raya y no permitan que los ultrajen; cítenlos a una inspección de Policía, a un juzgado o a la Fiscalía a una liquidación de cuentas para que vean que tienen que devolverles un pocón de plata y casi seguro estoy que los dejan encanaos.

El agio y la usura acompañados de la especulación hacen de Valledupar, y me cuentan de Riohacha, Santa Marta y Barranquilla, las ciudades más caras del mundo y las autoridades están en la obligación de combatir estos cánceres que día a día carcomen en forma dolorosa el exiguo presupuesto de que goza esta pobre gente, pero que también golpea a todos los estamentos desde el más alto al más humilde.

Las autoridades no deben de ser más permisivas con estos delitos que públicamente se practican y para parar la especulación, señores concejales creen la Oficina de Control de Precios y para el agio y la usura, autoridades competentes mano fuerte con ellos.

Si lo conseguimos el costo de la canasta familiar se aliviará. De esto no tengo duda.

Por: José Aponte Martínez

Categories: Columnista
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