Por Efraín Quintero Molina
No es la primera ni la última voz que se levanta para expresar la inconformidad que origina el hecho, cuando los cantantes de moda de música Vallenata, no le dan el verdadero valor al acordeonero, a sabiendas que sin el acordeón ellos, no valen un pito.
La música folclórica Vallenata, tiene características totalmente diferentes a otras expresiones musicales, llámese Regatón, Salsa o Merengue.
El roll del acordeonero en una agrupación es fundamental, igual a la del guacharaquero y cajero por supuesto; lástima que con la nueva concepción comercial de la música Vallenata, han querido cambiar los papeles: el Chacho de la película es el cantante. Para mi es una equivocación grandísima, porque se están llevando por los cachos la expresión autóctona, la trilogía que ha hecho grande la música folclórica Vallenata.
Mejor dicho, al resto los sacaron del paseo. Cosa diferente cuando aparecían abrazados en caratula los protagonistas del trabajo musical.
Da grima que los manejadores y productores musicales comerciales de la música Vallenata, les estén apostando a todas las maromas, extravagancias y bricoleteos en tarima con el pelo engominado o pintado de mono o de verde, de los cantantes actuales del vallenato, sin tener ningún compromiso con el folclor. Son unos grandes irreverentes e irrespetuosos.
La reciente “separación musical”, del acordeonero Rolando Ochoa de Silvestre Dangond, rebosaron la copa, al experimentar el maltrato y la arrogancia de este ultimo de creerse “La Varita de San José” ¿cómo así que Silvestre va a ubicar a Rolando en la trastienda? ¡No! Rolando como cualquier otro músico merece el respeto y la valoración de su trabajo, aquí no se puede “formatear” una agrupación con la imagen de Marc Anthony.
La música Vallenata es otra cosa. Es más, el mismo Carlos Vives, que es lo más cerca a seguir, respeta y valora sus músicos. Egidio Cuadrado su acordeonero, siempre está a su lado en tarima y les da el crédito artístico y procedencia, a cada uno de sus integrantes.
Aquí no podemos seguir comiéndonos el cuento que la “imagen artística” se consigue mudándose para Miami, o que los pantalones que vende Versace o Gucci, son los que hacen a la gente; ¡no ¡ eso es un error de madre como diría el español. La gente nace no se hace, los valores no están colgados en los estantes en las tiendas de la Quinta Avenida en Nueva York, la sensibilidad del artista, crece con la humildad y sencillez que trasmite y experimenta el ser humano en su diario trasegar.
Mi estimado Silvestre: Reconsidere su puesta en escena, su nuevo formato, que no está mal del todo, existen elementos interesantes en el proceso artístico que viene dándose, pero no es menos cierto, que los valores culturales que ha generado en la música Vallenata tienen un peso específico muy grande para echarlo por tierra. La MUSICA VALLENATA, no es de Silvestre Dangond y mucho menos de los manejadores y promotores. La música Vallenata es patrimonio de la Humanidad y no se puede dejar al antojo y capricho de ustedes.
Posdata: La trilogía artística de la música folclórica Vallenata no se puede patear como un balón de fútbol, ni someterse a la pretensión del esnobismo y extravagancias del cantante del momento.