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“El acordeón era otra mujer del maestro Calixto Ochoa, nunca la bajó de la cama”

DULSAIDES BERMÚDEZ DÍAZ conserva el acordeón con el cual el maestro Calixto Ochoa dormía al lado de ella. / FOTO: JOSÉ MARTÍNEZ.

A pesar del profundo amor que unió a Dulsaides Bermúdez Díaz y Calixto Antonio Ochoa Campo, en medio de los dos siempre se interpuso una ‘intrusa’ que los acompañó hasta la propia cama.

Era un amor tan intenso que Dulsaides jamás pudo quitar del medio y fue lo único que logró separarlos: el acordeón.

Así lo recuerda hoy su fiel compañera cuando se cumplen siete años del fallecimiento del más prolífico compositor de la música vallenata.

Esto era lo que nos separaba (señalando el último acordeón que tuvo el maestro).  Él la ponía en el medio. Él vivía componiendo, se sentaba y se echaba para el lado derecho y el acordeón ahí.  Yo quedaba rendía, él durmiendo y el acordeón en el medio.  El acordeón era otra mujer de él. Ella siempre estaba en la cama”, relata Dulsaides en diálogo con EL PILÓN.

El 18 de noviembre de 2015, a las 6:45 de la mañana, en la clínica Santa María de Sincelejo, dejó de respirar Calixto, a sus 81 años.  Problemas renales, que deterioraron su organismo, causaron la muerte del cantante y compositor y rey vallenato 1970 del Festival de la Leyenda Vallenata.      

Durante su proceso de enfermedad, la mujer nacida en Villanueva (La Guajira) acompañó a Ochoa Campo a cada diálisis durante 7 años, como también cuando le sobrevinieron varias isquemias y problemas en los pulmones, que fueron mermando la salud del maestro.  

DULSAIDES CONTÓ A EL PILÓN la historia de amor que vivió junto a Calixto Ochoa, a quien acompañó hasta el día de su muerte./ FOTO: JOSÉ MARTÍNEZ.

El día anterior a su muerte, a Calixto Ochoa le dio una crisis y de inmediato fue ingresado a UCI.  Entró consciente, pero no podía hablar.  Tratando de subirle el ánimo, Dulsaides le cantó y hasta le bailó.  

Pero al día posterior, todo cambió.  El maestro no estaba como ella lo había dejado, había presentado otra crisis y ya no hablaba; solo se expresaba a través de las lágrimas que le salían.  

Cuando yo lo vi así dije: ‘se me va el maestro’.  Tuve tiempo de hablarle, de pedirle que no me dejara, de decirle todo lo que lo quería, que cualquier cosa que resintiera de mí que me perdonara, que yo lo quería mucho”, expresa Dulsaides, mientras su rostro se llena de una nostalgia infinita.

En ese momento de la entrevista recordó lo que Calixto le decía permanentemente cuando llegaba el tema del último adiós. Que sabía que ella lo quería mucho para haberlo aguantao. Que le daba gracias a Dios por haberla encontrado a ella en una edad diferente para poderlo atender.  

UN AMOR DE TELENOVELA

La historia de amor de Calixto y Dulsaides bien puede ser el libreto de una telenovela o material para escribir un libro. 

Se conocieron en 1970, durante el festival vallenato que precisamente ganó Calixto Ochoa, en la Plaza Alfonso López de Valledupar.  Ella, una niña de 13 años, estaba fascinada por el acordeonero de los Corraleros de Majagual, un hombre de 36. 

LA PAREJA SE CONOCIÓ EN 1970, durante el festival vallenato que precisamente ganó Calixto Ochoa./ FOTO: CORTESÍA.

Cuando todavía hacían los kiosquitos, ahí lo vi.  Todos nos íbamos para donde iba Calixto Ochoa, lo demás no nos importaba.  Si no era él”, relata Dulsaides.  

Durante todo ese festival, la joven fanática, acompañada de su hermano mayor, siguió al músico de moda. De la plaza al hotel y del hotel a la plaza, donde estuviera el artista, ahí estaban los hermanos Bermúdez, sin importar que tuvieran que “chupar sol”.

Sin embargo, no fue hasta 1971 que se volvieron a ver -cuando Calixto Ochoa tocó en la caseta ‘Brasilia’ en Valledupar- pero esta vez sí hubo flechazo.   

Apenas bajó de la tarima, Calixto se acercó a donde estaba Dulsaides y le pidió permiso a su mamá para bailar una pieza que sería el inicio de una relación que solo acabó la muerte.

Ahí comenzó a ‘tirarme los perros’, yo estaba muy pelaíta, pero él decía que le había encantado y durante tres días estuvimos disfrutando de las casetas de Calixto Ochoa”, recuerda. 

A pesar del interés de Calixto por el encanto juvenil de Dulsaides y que por cerca de dos años mantuvieron una amistad que incluía visitas permanentes a la carrera 11 a número 10-38 del barrio San Joaquín, la primera etapa de esta relación “no llegó a ninguna parte”.  “Él quería todo muy rápido. Yo no, porque estaba muy pelada y quería prepararme”, dijo Dulsaides.

Fue así, como Calixto y Dulsaides separaron sus caminos.  El juglar entabló una relación seria con otra mujer, la cual duró alrededor de 13 a 14 años, y ella también se casó y tuvo sus hijos.

EL REENCUENTRO

Pero el destino se había empeñado en unirlos nuevamente y a más de 1.800 kilómetros, en Estados Unidos, surgió el último y definitivo reencuentro.  

En una discoteca de Miami, Florida, músico y seguidora volvieron a cruzar sus vidas pero esta vez Calixto no la dejaría ir. “Me dijo tú te regresas conmigo, porque yo me iba a quedar allá.  Yo le paré bolas. Otra vez se prendió la llama que se había apagado, se revolvió la ceniza y me regresé para Colombia pendiente de la propuesta que él me hizo”, recuerda la mujer.

En 1993, Ochoa buscó apartamento en Sincelejo, lo adecuó y se fue a vivir junto a su musa, a pesar que esta trabajaba en una prestigiosa empresa de Cartagena y que estaba por cumplir el tiempo para pensionarse.

Yo me fui para Sincelejo a acompañarlo, él andaba muy contento, cuando llegué a Sincelejo lo encontré en malas condiciones… pues, se había separado y cuando uno se separa siempre hay problemas, estaba en una etapa traumática, andaba muy perdido, tomaba mucho, un poco extraviado, apenas yo llegué se tranquilizó”, cuenta. 

Ese año, Calixto Ochoa renunció a los Corraleros, se dedicó a componer y no vivió más de la tarima. A excepción de presentaciones especiales, como en el homenaje que le rindió el gobernador Lucas Gnecco en 2000 o el Festival Vallenato en 2012, Calixto se retiró de los escenarios. 

Vivía de las regalías que le generaban sus composiciones, sobre todo aquellas con éxito internacional, como las de Diomedes Díaz o cuando le grabó Carlos Vives.

Ahí me tuvo hasta el día de su muerte con él, yo atendiéndolo, me dediqué a él, siempre dijo que Dios sabe lo que hace y en qué momento lo hace porque llegué en el momento justo en que él estaba desesperado buscando y desorientado.  Hasta que enfermó y siempre estuve con él atendiéndolo”, puntualizó Dulsaides.

Aquel 18 de noviembre de 2015 la muerte los separó, pero por esas ironías del destino, Dulsaides conserva a su rival de dormitorio.  La única que logró separarla de su maestro Calixto.

POR JOSÉ ALEJANDRO MARTÍNEZ VEGA / EL PILÓN. 

Categories: El Vallenato
José Alejandro Martínez Vega: