Por Raúl Bermúdez Márquez
El primer trabajo discográfico de Poncho y Emiliano Zuleta Díaz, juntos, se llamó “Mis Preferidas” y salió a la luz pública en el año de 1971.
En la portada aparecía la fotografía a colores de Emilianito luciendo un sombrero “vueltiao”, con el acordeón desplegado en el pecho y en medio de dos llamativas mujeres que lo acompañaban con caja y guacharaca.
En la contraportada, en la parte inferior derecha había un recuadro a blanco y negro del mismo Emilianito, a la izquierda el repertorio de canciones y a la derecha el subtítulo: “Emilianito Zuleta y su conjunto”. No aparecía Poncho Zuleta por lado alguno.
Algo parecidohabía sucedido con el primer trabajo de los Hermanos López con Jorge Oñate titulado “Lo último en vallenatos”; en la carátula, sólo el rostro ampliado de una bella mujer de ojos claros con el subtítulo “Los Hermanos López y su conjunto, Canta: Jorge Oñate”.
Estos primeros trabajos de quienes se constituirían posteriormente en piezas claves de la música vallenata, respondían a la concepción inicial de este género musical: el protagonista indiscutible era el acordeonero.
Eso se reflejaba en la grabación misma. Emilianito en ese primer trabajo fue muy pródigo en la ejecución y cada canción era un concierto.
Por eso no hay duda que ha sido uno de los mejores. En los inicios de los años 70, a pesar de la novedad de existir un intérprete distinto al acordeonero, se respetó el legado de los juglares que los precedieron: Lorenzo Morales, Luis Enrique Martínez, Emiliano Zuleta Baquero, Alejandro Durán, Colacho Mendoza, Calixto Ochoa, Alfredo Gutiérrez y otros que, a pesar de cumplir los dos roles de manera simultánea,nunca dijeron que eran cantantessinoacordeoneros.
Pero las cosas cambiaron y en las décadas siguientes el péndulo giró en favor del cantante hasta el extremo de que el acordeonero se redujo literalmente al papel de relleno.
El cantante limitó sus posibilidades y “para engañar a la gente” graban temas “con más de dos mil palabras”, como decía Leandro Díaz, de manera que consumen en ocasiones hasta el 80% del tiempo de duración de un disco.
Esa situación debe modificarse para el bien del folclor y parece que así lo entendió Rolando Ochoa al decidir abandonar las huestes de Silvestre Dangónd.
Se negó a seguir cumpliendo un papel de segunda, consciente de su talento y de su gran aporte a las producciones musicales. Algo parecido han hecho en el pasado, Juancho Rois, Franco Arguelles, Julián Rojas, Juancho de la Espriella y el Cocha Molina, entre otros.
El acordeonero debe volver por sus fueros y el ejemplo del hijo del cantor de Valencia tendrá que servir de mucho en ese propósito.