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El abogado Alfonso López Vásquez

El abogado Alfonso López Vásquez es uno de los hijos ilustres de Mariangola. Sus abuelos maternos, Juan Vásquez y Natalia Díaz, en los albores de 1940 llegan de Valledupar como remando las olas que el amor les prometía y disfrutan el tiempo en su lentitud pastoril; viven la bonanza de una pequeña hacienda ganadera y la felicidad de tener un hogar bendecido por diez hijos: cuatro varones y seis hermosas mujeres. 

Entre esas hijas, Teotiste llega en la edad juvenil con el arte de la modistería. En Mariangola conoce al villanuevero Rafael López, un joven elegante en sus modales que trabajaba como conductor de la Zona de Carretera, y dos años después (1948) formalizan sus amores en la liturgia del matrimonio.  Esta joven pareja proyecta su visión progresista: ella con sus conocimientos de modistería, primera modista oficial del caserío. 

Él pone al servicio de la comunidad el primer carro para el transporte de pasajeros y cargas hacia Valledupar; compra cosechas de maíz; organiza una tienda, y estrena un tocadiscos con una gigante bocina metálica para ofrecer la venta de cerveza. Además, incursiona en la construcción: hizo varias casas para vender, de las cuales la más recordada por su arquitectura moderna es una casa de material en la margen derecha de la carreta, que en obra gris fue vendida al antioqueño Ovidio Cardona, quien la transformó en negocio multifuncional: tienda, heladería, sala de cine y caseta de baile. 

Esta feliz pareja tuvo tres hijos: Alfonso, Ómar y Deisy. El mayor, Alfonso, nació el 26 de diciembre de 1949; inició sus estudios en la escuela pública con la maestra Juana Mindiola de Atuesta. Sus padres, comprometidos con la educación de sus hijos, se trasladan a Valledupar, en donde Alfonso termina el ciclo de primaria, y continúa el bachillerato que finaliza en Bogotá; allí realiza sus estudios de abogado en la Universidad Libre de Colombia. 

En Valledupar desarrolla una exitosa carrera política y laboral: concejal de Valledupar y diputado del Cesar, secretario de Gobierno y de Educación del departamento, gerente de la Lotería La Vallenata y registrador departamental. 

Se desempeñó siempre con honestidad y con sentido del deber. Caballero de la formalidad, de la decencia y el respeto. Su misión no era de partido, era de servir.  Un caso especial fue el cariño y gratitud por su pueblo y por el barrio Cañaguate en Valledupar. En su vida pública colaboró con tesón por el bienestar de Mariangola, apoyando diversas obras y eventos deportivos y culturales. 

El 11 de noviembre de 2006, el párroco Alfredo Guerra Nasser y distinguidos miembros de la comunidad le ofrendaron un merecido homenaje como hijo ilustre de Mariangola. Ese mismo día fue homenajeado también el médico Pedro Raúl Rodríguez Díaz. 

Alfonso y la abogada Glenys Iglesia formaron una distinguida familia de tres hijos: Rafael Antonio, José Alfonso y Marialicia.  El pasado 27 de octubre se despidió de su estancia terrenal. Los recuerdos de la grandeza de su responsabilidad en la vida pública, profesional y familiar serán como espejos del sol en las puertas de la aurora.

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