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El 2020 no será un año para olvidar sino para recordar

El 2020 fue  sombrío y disruptivo, de crisis. No fue un año de cambios sino de metamorfosis porque el cambio implica una senda evolutiva mientras la metamorfosis es, por el contrario, un cambio abrupto, drástico. @genisroca tuiteó: “El verdadero motor de los cambios reales son las crisis. Cuanto más profunda y estructural es una crisis, más cambio”. El covid-19 alteró la forma de estar en el mundo y eso no es poca cosa.

El tiempo actual será un periodo de transición caracterizado por la complejidad, la incertidumbre y la falta de certezas las cuales no van a desaparecer sino, muy al contrario, van a aumentar porque el mundo será, a lo Bauman, cada vez más líquido y también más frágil. (Ya el agua cotiza en los futuros de la Bolsa de Nueva York).

Pero el futuro no cae del cielo ni llega por inercia. Se construye a través de decisiones y en este contexto un cambio real y duradero necesita, según Matthew Taylor,  tres ingredientes: i) Potencial latente: un deseo subyacente para que las cosas sean distintas; ii) factores precipitantes: eventos que crean impulso para el cambio; iii) y mecanismos viables: formas concretas de incorporar el cambio en las estructuras sociales. Albert  Cañigueral escribe que por el covid los dos primeros ítems se cumplen de sobra  pero hay  que poner atención en el tercero, en los mecanismos.

El mundo que viene será más digital y ello, por supuesto, generará brechas. En este contexto mundial unos irán más de prisa y otros más despacio. Ello dependerá de las apuestas de los países, de las empresas y de sus gentes en el sentido de si se deciden por las nuevas agendas o por las del pasado y ahí estará la diferencia entre países desarrollados y los que no, porque como dice el dicho,  si estás  mirando hacia otro lado cuando pasan las cosas, siempre vas a llegar tarde.

Por ejemplo, Colombia debe apostar, en el tema rural, por una agenda de futuro, verbigracia: i) agrotecnología; ii) agricultura verde y regenerativa; iii) agricultura orgánica; iv)   agricultura con agregación de valor; v) y también por los jóvenes en el campo con una (vi) agricultura 4.0,  (vii)  turismos rural y (viii) la provisión de bienes públicos como la digitalización rural, la lucha contra la deforestación, captura de CO2, vías de penetración de diversa índole y  educación para el campo.

Lo otro es seguir enterrados en un pasado que ya pasó pero que a Colombia le cuesta soltar -quizás por su historia de violencia-, pero hay que recordarles a las disidencias de las Farc y al ELN la frase de Goerdeler:  “Continuar una guerra que no puede terminar en victoria es evidentemente un crimen”. La cual  aplica también para los gobiernos de Colombia y USA respecto a la guerra contra el narcotráfico. El 2020 no será un año para olvidar sino para recordar. Quedará para los anales de la historia como un año histórico.

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Enrique Herrera Araujo: