Sentipensar en el significado de “La Sagrada Familia” hace que se pose la mente, alma y corazón en el marco de esta Plaza que hoy nos congrega, es ver de frente ese palo de mango y a su costado fijar la mirada en aquella escultura que revoluciona la marcha y hace las veces de un enorme portal que invita al ingreso a esa fachada que tras bambalinas cuenta tantas historias, una de ellas está de cumpleaños y es la que abre paso a la celebración de ese ciento de meses de mayo de la Virgen María que han transcurrido y que recuerda la más diciente y sentida historia de cómo todo esto comenzó a partir del llevar a la acción la Oración de San Francisco, lo hiciera una familia nativa de apellido Mejía que dió a su vez paso con su gesto dador a que nacieran las primeras aulas del Alma Mater insigne cuyos muros también dan cuenta de un inolvidable maestro de las artes que venido de lejos aquí se quedó para esparcir su semilla de conocimiento en esta alma mater que lo acogió en este territorio al que el llamó “Tierra de dioses” y que hoy todos juntos en esta plaza le complementamos su sentir a Germán Piedrahita agregando “a su imagen y semejanza”.
La sede ya no está en este marco de la Plaza, porque otro nativo mejor conocido en la tierra y ahora en el cielo como ‘Pepe’ Castro, en sus anhelos de ensanchar las oportunidades de formación para más seres semejantes siguió el gesto dador de la primera familia y también donó el lote donde hoy se mantiene funcionando la institución educativa.
Son cien los años que han pasado, a su paso un poco más de tres mil ochocientos seres se han formado en este lugar de formación, hombres y mujeres que van y vienen, vienen y van esparciéndose y dejando huella con sus dones y talentos soportados en esos conocimiento, principios y valores recibidos en tan noble institución, no sólo en esta tierra que a muchos les vio nacer, sino en tierras lejanas dónde la sólida formación recibida les garantiza un florecer.
Hoy estamos de fiesta, la fiesta de esta hermosa institución liderada por las hermanas terciarias capuchinas, que se agiganta promoción a promoción, corazón a corazón, sentimientos, pensamientos y emociones se hacen un sólo cuerpo para dejar ver lo que somos y no dejaremos de ser: Un precioso tejido de Almas Infantes repartidos en rostros de hombres y mujeres que aunque egresen siempre van a retornar para avivar ese ADN de los años maravillosos que se vivieron y viven cada que se recuerda que nunca vamos a dejar de ser La Sagrada Familia del Gran Creador de los Cielos y la Tierra, el Gran Pintor del Amor Amor.
Infinitas gracias a todas las hermanas Terciarias Capuchinas, al cuerpo administrativo que ha pasado a lo largo de estos años, a los que continúan a tiempo presente y siguen tomando las riendas que mantienen encendida la llama de esos conocimientos que se agigantan y hacen eternos cuando se accionan, cuando se esparcen como semilla al mejor estilo del sembrador, cuando se ora y agradece, pero en especial cuando se da de lo que se tiene con toda el Alma y Corazón.