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El efecto invernadero II

Ante el anterior panorama planteado en la parte primera de esta columna, se ha considerado que 35 naciones industrializadas se comprometieron a reducir sus emisiones de gases invernaderos, con plazo al 2015, mediante la firma del Protocolo de Kyoto. Aunque esa fue una luz de esperanza, según los expertos en el tema, manifiestan que las metas de Kyoto deben ampliarse y profundizarse ya que si no se toman medidas para mediados de siglo, el nivel del mar habrá subido 40 centímetros en el Caribe y afectará al 64 % del Litoral caribeño.

Durante mucho tiempo los científicos han señalado que el impacto más grave del cambio climático y de sus efectos en la salud se observará en los países menos desarrollados, debido a que se encuentran en una situación de mayor riesgo y su capacidad para enfrentar las emergencias es muy reducida. Es probable que comiencen a escasear los productos agrícolas, que haya más inundaciones y que se propaguen enfermedades por medio de insectos, como los mosquitos.

En Colombia, por ejemplo, en los últimos 30 años se registró un incremento de 2º C en la temperatura media y la humedad también aumentó. Eso multiplicó los casos registrados de enfermedades tropicales, como malaria, dengue y cólera. Hay que recordar que más de la mitad de los colombianos vivimos en áreas montañosas, donde la temperatura media oscila entre 15 y 26 grados centígrados, rango en el cual se mueven los insectos que transmiten el dengue y la malaria.

Según los reportes del Instituto Nacional de Salud (INS) y la OMS, Colombia es uno de los países de mayor incidencia de malaria y dengue en el mundo. Tanto es así que se lleva el primer puesto en brotes de malaria dentro de los países de la región y ocupa el segundo lugar en casos de dengue, después de Venezuela.

Para nadie es noticia que con el cambio climático se han vuelto frecuente las temperaturas extremas. Las muertes generadas por las olas de calor en los países con estaciones han servido para demostrar la improvisación que existe a la hora de afrontar la amenaza. La mayoría de estos fallecimientos han ocurrido por enfermedades cardiovasculares y respiratorias, y los más afectados han sido los adultos mayores y los pacientes con patologías crónicas.

Pero si hay más lluvias en algunas regiones del mundo durante el invierno y luego sigue una gran sequía, no es extraño que aparezcan enfermedades relacionadas con el manejo del agua, como diarreas infecciosas, cólera y desnutrición. En los últimos años en Colombia se han aumentado las precipitaciones en Neiva, Medellín y Quibdó, mientras que las lluvias han sido menos en Bogotá, Bucaramanga, Cúcuta y Santa Marta.

Por otra parte el calor ha destruido una buena parte de los seis nevados que adornan las cordilleras: Ruíz, Santa Isabel, Tolima, Huila, Sierra Nevada del Cocuy y Sierra Nevada de Santa Marta. También ha favorecido las sequías y los incendios forestales.

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Hernan_Maestre_Martinez: