Con ocasión de la invasión rusa de la lejana Ucrania – que por sus efectos se nos acerca cada día más – los Estados Unidos, según registros de la prensa internacional, está pisando nuevamente el territorio, ese sí cercano de la hermana República bolivariana de Venezuela. Sabemos que esa nación posee las mayores reservas de petróleo en el mundo, seguida por Arabia Saudita, y que, con todo y a que el combustible negro se le están cantando los peregrinos, por razones ambientales y políticas, el mundo requiere de los hidrocarburos para moverse, para calentarse o enfriarse, según el caso, y para hacer posible la vida moderna.
Esos crudos enterrados son principalmente de carácter pesados, están en la zona oriental del país y no en la tradicional región petrolera del Zulia, vecina del Cesar, La Guajira y Norte de Santander.
Una misión del alto gobierno norteamericano se ha hecho presente en Venezuela para conversar con el presidente Maduro y miembros de su gobierno y se han conocido en las últimas horas movimientos correspondientes por parte de los bolivarianos tales como haber liberado a ciudadanos gringos, manifestado su disposición a fortalecer la producción petrolera, para estabilizar la economía mundial, a sumarse a las voces que claman por una solución diplomática entre Rusia, Ucrania y los países de Europa Occidental, en lugar de estar aplaudiendo la acción de Putin, y la reactivación del ‘diálogo nacional’ con la oposición política que se estaba desarrollando en México, suspendido por la reacción a la extradición del empresario Alex Saab a los Estados Unidos.
Es conocido que Venezuela a duras penas está produciendo para abastecer su mercado interno, no atendido cabalmente porque la refinación es deficitaria por lo que hay escasez de gasolina, pero con capital y tecnología occidental y especialmente de los Estados Unidos podrá restablecerse, aunque no ya a los niveles de 3 millones de barriles diarios y no, si acaso, el millón de la actualidad. Y que del producto actual buena parte vía exportación va a China y Rusia para cubrir obligaciones financieras adquiridas en los últimos años en que había que entregarse a cualquier costo para apuntalar el régimen desafiado por un presidente interino y una oposición en crecimiento. Los pagos, provenientes de Moscú, podrían limitarse por los embargos de los Estados unidos y sus aliados europeos, y sería un elemento que estaría induciendo a Maduro a marcar distancia del oso ruso.
Hemos sido desde hace años en estas páginas editoriales amigos de restablecer las relaciones comerciales colombo-venezolanas, independientemente de las posiciones ideológicas y políticas adversas de los dos gobiernos. Por fortuna todo indica que quien sea el nuevo presidente que elegiremos los colombianos procederá en ese sentido dejando descolocado al gobierno Duque, que prepara maletas para llegar a la Casa Blanca a encontrarse con un Biden tendiendo puentes con su rival Maduro.
De modo que la descolocada es de la oposición política venezolana, de Guaidó y Duque. Y ganará la frontera y sus poblaciones, como las nuestras, que ya han empezado a hacer sus primeros intercambios de mercancías en Paraguachón, como pudo corroborarlo EL PILON.