Al respecto de este tema que tratamos en la primera parte, la UNESCO refiriéndose al programa de la Década de la Educación para el Desarrollo Sostenible (2005 – 2014), como órgano responsable de la promoción y divulgación de ésta, plantea un objetivo principal que es reorientar la enseñanza de modo que el desarrollo sostenible se convierta en una de sus prioridades; asimismo, manifiesta que aunque no existe un modelo universal de educación para el desarrollo sostenible, si se conoce el concepto y el propósito, y éstos son los puntos de partida.
También afirma que es necesario que cada país defina sus prioridades y estrategias para abordar el desarrollo sostenible desde la educación, con el propósito de llegar a cada una de las personas y lograr que asuman la responsabilidad de contribuir en mejorar la calidad del ambiente y, por ende, la calidad de vida a partir de cambios de actitud y de comportamiento.
Cuando se habla de cambio de actitud y de comportamiento, en lo individual o grupal, muchas veces, se cree que los problemas de agotamiento de los recursos energéticos, de contaminación y de degradación del medio son causados por las grandes industrias y que a nivel individual es insignificante el daño que se puede causar o lo que se puede aportar para solucionarlo.
Pero la gran verdad es que si una persona se propone ahorrar energía y a ésta se le suma otra persona y otras más se pueden juntar millones de personas en el mundo con el mismo propósito; calculemos entonces cuanta energía se puede ahorrar, y lo mismo se puede hacer con la reducción de la contaminación ambiental, con la reutilización de muchos productos, con el ahorro del agua, entre otros.
En este contexto, el programa 21 o agenda 21, gestado por las Naciones Unidas (ONU), fue creado para promover el desarrollo sostenible; este programa comprende un plan de acciones que deben ser llevadas a cabo a nivel mundial, nacional, regional, municipal y local. De igual forma debe ser una de las prioridades de los gobiernos, de las empresas, de las instituciones educativas, de las organizaciones comunitarias, de las organizaciones no gubernamentales y de todas las personas que generen impactos sobre el medio ambiente.
Como vemos la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) han abierto caminos fundamentales, para avanzar en la construcción del desarrollo sostenible; en esta construcción las instituciones educativas de orden formal y no formal cumplen un papel imprescindible en el desarrollo de acciones educativas que orienten desde las bases teórico –conceptuales y su correspondiente practica, cambios de actitud y de comportamiento desde lo cotidiano, a fin de que todas las personas, también desde lo educación informal, contribuyan en esta construcción, para que todos garanticemos que nuestros hijos, nietos y bisnietos y demás generaciones también dispongan de los suficientes recursos.