Las tecnologías que hoy tenemos no existían hace escasamente cuatro o cinco meses: la inteligencia artificial y el ChatGPT —ambas— están transformando la manera de estudiar, investigar, escribir y relacionarnos entre nosotros.
La universidad debe analizar cómo será el impacto en la oferta pedagógica y en las carreras. Hay que adaptarnos a esas nuevas tecnologías y en los consejos superiores o académicos de las instituciones educativas aún no evaluamos estos temas.
Los jóvenes de nuestra Universidad del Atlántico y universidades privadas consideran que lo más importante es garantizar la educación a través de una adecuada financiación, a través de becas, pagos con tarifas especiales y gratuidad.
Consideran importantes programas como “Matrícula Cero”, la dotación de bibliotecas y capacitación de docentes a quienes perciben desactualizados con respecto a las últimas tecnologías, que no utilizan una pedagogía moderna y todavía se jactan de ‘rajarlos’ como método antiguo fundamentado en el miedo.
Se necesita perfeccionar los procesos de aprendizajes en una sociedad que utiliza nuevas maneras de trabajar y producir. Hay que actualizar los programas académicos para que los estudiantes, quienes muchas veces están más actualizados en estos asuntos, participen en algunas decisiones de las instituciones.
El acceso a la universidad todavía exige unos puntajes ICFES difíciles de lograr en algunos casos. Se privilegia solo a los estudiantes con inteligencia superior y altos puntajes, pero no a los que tienen disciplina e interés en estudiar. Quedan por fuera del sistema los de nivel estándar.
Los de los municipios, además, no tienen capacidad para pagar los pasajes, deben gastar casi $600.000 al mes para venir todos los días a estudiar a la universidad o en su defecto vivir cerca de la institución.
Es importante que las sedes de la Universidad del Atlántico en Suan y Sabanalarga y la futura que esperamos construir en Soledad tengan procesos pedagógicos completos y no solamente la Facultad de Idiomas como hasta ahora ocurre en Sabanalarga.
También se requieren bancos de emprendimientos más eficientes que garanticen la financiación de las tareas académicas y las empresas de los jóvenes universitarios para ir creando sus propios procesos productivos.
Los jóvenes están muy pendientes de las plataformas comunicativas y los centros de altas tecnologías como el Vivelab Atlántico. En su momento, donamos computadores de última generación y se logró una política de innovación tecnológica para un mayor emprendimiento, el paso que sigue es continuar empujando esos procesos.
La evolución de las herramientas de cálculo ha sido importante. Se iniciaron con los ábacos chinos y lo que siguió fueron las reglas de cálculo, las calculadoras electrónicas simples y después las electrónicas llenas de funciones y tecnología, luego llegaron los computadores con toda clase de funciones y posibilidades de almacenamiento de información y de búsqueda a través de las redes de información disponible en el mundo entero.
No obstante, la gran transformación, de cuatro meses hacia acá, es el ChatGPT y la inteligencia artificial con un mercado digital renovado y unas nuevas oportunidades. Los jóvenes requieren que se adecue la infraestructura de las universidades a esta realidad.
Por Eduardo Verano De La Rosa.