La cruda tragedia de la existencia humana se resume en la sentencia del sabio latino Publio Terencio: “Todo lo que nace merece perecer”.
La vida presupone el retiro de la vida, pero hay personas que dejan huellas en la existencia de una sociedad y esas huellas son más significativas cuando se trata de sociedades como la nuestra marcadas por el conflicto armado, la extremada desigualdad y la intolerancia reinante.
Una de esas personas que marcan el camino de la libertad, la dignidad y la paz, sin dudas, es Edmundo López Gómez.
Este abogado de provincia, egresado de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Nacional, intelectual de la Región Caribe, luchador por los derechos históricos de nuestro Caribe, ha partido. Su adiós deja una herida profunda en toda Colombia, no obstante, nos entrega un modelo de lo que debe ser un buen ciudadano y un político a carta cabal.
Recordar a Edmundo López Gómez es traer a presente lo que significa ser un liberal socialdemócrata en nuestro país porque eso fue lo que representó a lo largo de toda su prolija y justa existencia. Se caracterizó por su inquebrantable entrega a las causas de los más débiles y por las luchas de las libertades civiles y políticas. También se dedicó a crear las condiciones para superar el conflicto armado e identificó la justicia social y la intolerancia como herramientas.
Al recordar a Edmundo López Gómez le viene a uno a la mente la poesía del español Miguel Hernández, en especial, la obra ‘Para la Libertad’. Esos versos de belleza extraordinaria que él conoció, pueden resumir el espíritu que guió su vida. Para la libertad, sangró, luchó y pervivió. Sus manos y sus ojos, como un árbol carnal, confraternizó con los colombianos, y no sólo defendió a su provincia y a los provincianos de su departamento de Córdoba sino que apoyó la autonomía de la Región Caribe.
De su tradición, heredó el amor por las ideas liberales, no en vano descendía de un árbol familiar cuya sabiduría fueron los postulados federalistas y liberales del general Rafael Uribe Uribe. Ideas que entendió como el amor infinito por la democracia y la libertad.
Su mentalidad liberal y socialdemócrata fue un faro que iluminó el camino del Partido Liberal Colombiano a las huestes de la Internacional Socialista. Provinciano, autonomista regional con visión universalista.
Tuve oportunidad de trabajar muy cerca de él en la transformación del Partido Liberal que llevó a la elaboración de su plataforma ideológica y sus estatutos. Allí su templanza y constancia, y su espíritu de partido le permitió observar como su lucha por la vigencia de los nuevos estatutos socialdemócratas y que recientemente la justicia contenciosa administrativa ordenó recuperar su vigencia para la vida democrática del Partido Liberal.
No sobra decir que las dignidades estatales que le correspondió asumir las ejerció, con rigor, brillo y honradez. Su fina pluma siempre estuvo como un heraldo que alumbraba todos los amaneceres, en especial, cuando noches infames destruían nuestra nación colombiana. En él encontré un excelente compañero. Paz en su tumba y que las generaciones futuras guarden respeto ante su nombre.